En días pasados comentábamos que la ciudad ha perdido en los últimos años habitantes en beneficio de los municipios limítrofes, más atractivos sobre todo en cuanto a vivienda tanto por el precio de compra como por el del alquiler. La gestión de la ciudad, por otra parte, ya es la de una villa grande más que de la tercera ciudad de Galicia. Pero de eso ya hemos hablado también aquí en reiteradas ocasiones.
Tampoco los concellos vecinos de la ciudad están en sus mejores momentos, como reconocen sus alcaldes. Echan de menos servicios eficaces en materia sanitaria, educación o buenas conexiones por transporte público con la ciudad para que esta no sea una hilera de coches intentando llegar hasta la calle del Paseo.
Nos detendremos solo en un asunto de los enumerados por los alcaldes: desde hace treinta años ocho municipios esperan por la puesta en marcha de una red mancomunada de transportes que permita una mejor permeabilidad y que sea un atractivo más para los habitantes de todos los municipios.
Treinta años, que se dice fácil. Hay que ser muy ourensano para ver cómo pasan tres décadas sin hacer absolutamente nada en la materia. Eso, en realidad, tampoco es muy escandaloso. Seguimos sin aprovechar el termalismo siglos después. Nos vemos en la próxima glaciación, será la del desarrollo.
