Los ourensanos pagamos en impuestos el año pasado más de 700 millones de euros, una cantidad inédita en la recaudación de tributos. Groso modo, esta situación revela algunas conclusiones rápidas. Se paga más porque se consume más, porque hay más trabajadores y empresas aportando al sistema y porque las empresas también pagan más porque ganan más.
Pero no debemos olvidarnos que se paga más porque los precios han subido (ahí está el récord en la recaudación del IVA), pero también porque la presión fiscal es mayor, con el endurecimiento de algunos tributos y la aparición de otros nuevos.
Cada día los ourensanos tributan a la Hacienda del Estado casi dos millones de euros, a lo que debemos sumar lo que se aporta a otras instituciones como la Xunta o los concellos en los que residimos.
Es complejo pedir que se mantenga el estado del bienestar sin el pago de los tributos, por lo tanto debiera ir una cosa por la otra. Ahora bien, debemos recordar que sigue habiendo una gran injusticia en el sistema: el fraude. La economía sumergida aún supone casi un 25% de toda la actividad. Pese a la intensificación de las medidas para combatirlo, aún somos el país que escucha la famosa frase de “¿con IVA o sin IVA?” cuando se extiende una factura.
