La estadística dice que los sueldos de los ourensanos subieron más que el IPC el año pasado y que este ejercicio va por el mismo camino. Estas cosas de los números tienen su trampa porque las cifras medias son un poco injustas.
Del compendio de productos y servicios que componen el IPC hay algunos que son más usados que otros. Por ejemplo, no todo el mundo viaja este fin de semana o se toma vacaciones, como tampoco se compra ropa con frecuencia o va al restaurante siempre que le apetece.
Sin embargo, todos vamos al supermercado porque todos comemos y la cesta de la compra está por las nubes, aunque parezca un tópico. Hay productos como el aceite que casi ha doblado su precio en relación al periodo anterior a la escalada inflacionista. Los alimentos en general han subido más de un 5% y está claro que los sueldos no lo han hecho en la misma proporción.
Por lo tanto, las estadísticas valen para analizar comportamientos en su conjunto y para tomar decisiones, como la actualización de las nóminas con respecto al IPC, pero lo que se cobra nunca ha ido por encima de lo que se paga. Ha sido así siempre, sospecho que nada cambiará.
