El coche que vendieron María Jesús F.P. y David G.G. a un vecino de Cervera (Lleida) tenía múltiples deficiencias. Le faltaba el catalizador y llevaba acoplado un tubo metálico que le provocaba diversas averías electrónicas, además tenía roto el anclaje de los tubos de entrada y salida del aforador de combustible. Perdía gasolina, lo que suponía un riesgo de ignición. El comprador si hubiera sido conocedor de esas graves deficiencias no habría adquirido el vehículo.
Por estos hechos, la jueza del Penal 1 condenó a los vendedores a seis meses de prisión por un delito de estafa. Ambos deberán indemnizar al denunciante con 2.791 euros en concepto de responsabilidad civil.
Los acusados, tal como considera probada la sentencia, adquirieron en Elche, a principios de 2017, el Renault Megane que después vendieron al cliente por importe de 27.500 euros que los denunció tras comercializarlo en su negocio de la calle Velázquez. Los vendedores llevaron el vehículo a revisar al concesionario oficial pero solo para el cambio de aceite y el filtro. Cuando el Megane llevaba mes y medio anunciado, el comprador se desplazó a Ourense junto a un mecánico de su localidad. Ambos revisaron el coche, con 20.142 kilómetros, en el negocio de los vendedores, pero como no había elevador solo pudieron chequearlo por encima. También lo probaron durante ocho kilómetros.
Los primeros avisos de que algo iba mal no tardaron en llegar. Cuando el comprador regresaba con el coche a Lleida, ya se encendió la luz de avería del motor. Más tarde se cayó el paracoches de atrás. Cuando llevó el automóvil al concesionario Renault de Cervera, ya aparecieron los primeros desperfectos, valorados en 2.791 euros. Según la jueza, el cliente o lo hubiera comprado si hubiera sabido de esas deficiencias.
