El 24 de febrero de 2022, el ejército ruso entró en Ucrania y sembró un terremoto geopolítico que acabó en el bolsillo de los ourensanos. La inflación que entonces cabalgaba por Europa se agravó todavía más, disparando el precio de los combustibles y de los alimentos. Desde el mes inmediatamente anterior a la guerra hasta ahora, el coste global de la vida se incrementó un 11,1% en la provincia de Ourense, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Lo que más se encareció desde el inicio del conflicto bélico fueron los alimentos. Comer, hoy por hoy, es casi un 27% más costoso, teniendo en cuenta que las últimas estadísticas disponibles son a fecha de enero de este año. Es decir, si una familia gastaba 600 euros al mes en comida, por ejemplo, hoy debe desembolsar más de 760, reservando 160 euros adicionales para nutrirse en comparación con antes del conflicto bélico.
Otros bienes que también arreciaron el castigo a las carteras de los ourensanos son las bebidas alcohólicas, como la cerveza o el vino (15,5% más caras); los productos y servicios para el cuidado personal (11,2%); los alojamientos (también 11,2%); el tabaco (11,1%); la conservación y reparación de la vivienda (10,6%) o la ropa (9%). Mientras tanto, salir a comer o cenar a un restaurante deja un ticket casi un 17% más elevado, a la luz de los últimos datos que muestra el INE.
El crecimiento desbocado de los precios tiene consecuencias graves, especialmente para los hogares de menor renta. En algunas casas, se ven obligados a escoger entre comer o pagar las facturas. A cierre de 2023, el comedor social de Cáritas en la ciudad repartía una media de 600 raciones diarias, cuando en diciembre de 2022 solo suministraba 250, menos de la mitad. Asimismo, las organizaciones solidarias se enfrentan al mismo problema en otros puntos de la provincia. Es el caso de O Carballiño, donde la inflación alimentaria presiona el trabajo de Cáritas y la Conferencia de la Sociedad de San Vicente Paúl. En O Barco, los servicios prestados por Cáritas se incrementaron más de un 50% en 2023. En la ciudad se da un caso paradigmático: cada vez tienen que pedir ayuda más usuarios que cuentan con ingresos. A las familias con hijos cada vez les cuesta más cubrir sus necesidades, pese a cobrar un salario.
