Crear empresas y pagar a políticos

Que otros creen las empresas Hace unos días el periódico publicaba que la creación de empresas en la provincia está en mínimos históricos, que lo del riesgo o la capacidad de sacar adelante los propios proyectos profesionales no va con este lado del mapa. La cosa pinta mal porque los jóvenes, que son los que deberían sentir el repelús del riesgo prefieren sentir otro tipo de sensaciones más placenteras, al menos la mayoría. Una ínfima parte de los estudiantes universitarios tiene pensado al graduarse montar su propio negocio y sacar una oposición es la opción mayoritaria. Cuando la función pública es la principal empresa algo falla, creo. Miguel de Unamuno dijo una frase que le estigmatizó toda la vida: “Que inventen ellos”, invitando al país de comienzos del siglo XX a ignorar las tendencias innovadoras de otros países motores del desarrollo. “Que monten empresas otros”, corea la sociedad ourensana. Hemos caído en la melancolía de los pretéritos referentes empresariales, que tienen el color sepia de las viejas fotos. Ourense sigue homenajeando a Eduardo Barreiros y añorando a Franqueira, anclados en la leyenda de que cualquier apellido pasado fue mejor. La provincia no solo no tiene hambre de desarrollo empresarial por lo que se ve, sino que sufre un grave problema generacional. Alguno de los más conspicuos apellidos y marcas ourensanas más reconocibles tienen un problema de continuidad en el negocio. En lo que va de año en Ourense se vendieron media docena de empresas con unos 3.000 empleados y 530 millones de euros en volumen de negocio. Muchas de las existentes escuchan cantos de sirena de los fondos de inversión y del nuevo capitalismo societario. No es una buena noticia para Ourense que se vendan alguna de sus empresas, tampoco que apenas se creen negocios nuevos. La administración es generosa, nunca deja a nadie tirada y abre la puerta del empleo a muchos. Cuando necesita más dinero para subsistir, sube los impuestos, también a las empresas. El coreano Sacando esto, poco hay que rascar en la actualidad local, cada vez más simplona, espejo de quien la protagoniza. El listón lo marca, de nuevo, la famélica inteligencia municipal. El alcalde se queda sin careta y reconoce lo solo que está y la orfandad de cariño que arrastra, que no mitiga siquiera con el patetismo de sus alivios en las redes sociales. Un Jácome que usa membrete del Concello de Ourense para quejarse de que las asociaciones de vecinos no le invitan a unas castañas porque no le quieren ver delante es una persona digna de conmiseración. Pero también merecen compasión sus exsocios, los estrategas del PP, heridos en su amor propio porque hay un columpio en Ponte Vella que se puso gracias a su gestión, aunque lo inaugurase el alcalde. Este es el nivel hasta de los enfados institucionales. Pero, para acabar de componer la orla con las fotos de políticos naif, el PSOE fletó un coche para llevar a cargos del partido a A Cañiza, en otra provincia, porque allí se respira democracia, dicen, no en Ourense, huyendo del debate sobre el estado de la provincia y eludiendo poner colorado a Baltar, que se paseó un año más. Para rematar, con esta gente al volante, es normal que sea noticia que Jácome ordene retirar las pancartas que le cuestionan. Poco me parece, cuando podría ordenar a bomberos y policías colocar banderolas y gallardetes con su foto por toda la ciudad, al modo de Corea del Norte, por ejemplo. Todo por la pasta No debiera darse por aludido el regidor al ser señaladas algunas de sus máculas en su atrabiliaria forma de actuar. Demuestra que le pica todo y tiene que rascarse lo mismo por una inocente pancarta que por un intencionado texto periodístico. Y menos mal que la ciudad, con el sueño del koala, como ya hemos dicho hasta la saciedad, no cuelga de los balcones y fachadas crespones negros por el estado de algunos espacios, como el casco histórico, sin ir más lejos. De todos modos, decía mi abuela que lágrimas con pan son medias lágrimas, por lo tanto que tenga que sobrellevar alguna que otra crítica bien se mitiga gracias a los 70.000 euros que cobra, mucho más que otros regidores que hacen más y tal vez muchísimo más de lo que merece, pero la administración es generosa, más que la empresa, que dudo que le pagase eso. Mejor crear más administraciones que empresas. Al poner la lupa UNA FIESTA A SALVO DE LOS NUEVOS MESÍAS Las manifestaciones y sentimientos colectivos nacen de convicciones personales. Eso que se llama tradición no es otra cosa que la transmisión de esos valores entre generaciones. Por eso en Ourense están blindados eventos como el Entroido o el magosto, porque no hace falta que nadie tutele, convoque o estimule su celebración. En la foto se ve a una sola persona atendiendo el fuego que asa las castañas y es igual de importante ese detalle como el de las numerosas pandillas o asociaciones que se reúnen con la misma disculpa. El magosto, que ya se ha exportado a otras provincias aunque sin la relevancia de aquí, está lo suficientemente asentado como para que no esté a merced de que regalen unas castañas o traigan una orquesta. Todo anima, cierto, pero no debiéramos distraer el foco: el que entrega el producto y trae a la Panorama (con dinero de todos) lo hace por granjearse favores de la gente, no porque tenga interés en que nos divirtamos o salvar la fiesta. El portafotos Telmo Ucha Álvarez “laboralmente sempre estivo vinculado aos sectores de seguridade, loxística e transporte”, según la web del Concello. Es de entender entonces que Jácome le haya puesto al frente de “Policía Local, Tráfico e Expedientes Sancionadores, Servicio de Extinción de Incendios e Protección Civil”. Cuando pasaban frío en la oposición él y Jácome buscaban la fama escrutando un coche privado de un policía que no aparcaba bien, incluso por encima del pie de Ucha pasó la rueda del vehículo del citado agente cuando en su época de actores grababan performances en la calle para la tele del jefe. Ahora no, ya no hace falta, dejan el coche del Concello donde les peta, pero esa es otra historia y no hay guardia que les tosa. El periódico contó que Ucha ha pagado a troche y moche horas extras a los policías locales “afines”. ¿Cómo de afín es un agente? ¿Le hace los recados y le pasa la mopa en casa? ¿Se persigna cada vez que pasa el concejal? ¿Qué tipo de “agradecimiento” hace un funcionario policial que cobra una pasta que gracilmente libra el edil? ¿Con esta imagen, cómo pueden esperar respeto los agentes que en la calle exigen a los demás cumplir las normas y la ley? ¿Qué espera Ucha repartiendo dinero público de esa manera?