Calles cortadas, peatonales, terrazas y escaleras. La Región acompaña a un equipo de atención sanitaria en una intervención en el Casco Vello de Ourense y es testigo de las dificultades para llegar con inmediatez y trasladar a los enfermos en las condiciones adecuadas
El peor día para necesitar auxilio. La noche cálida, justo antes de la tormenta, invitaba a los vecinos a disfrutar de las terrazas por la zona de los Vinos. Mientras, ajeno al ajetreo del exterior, Ramón H. estaba encerrado en su casa, en pleno corazón del Casco Vello. Se encontraba mal, necesitaba atención sanitaria y llamó a Emergencias..
Así empezó el periplo de una ambulancia para tratar de llegar hasta Ramón y acceder a su casa, un primero en la calle Lepanto, sobre un mar de terrazas. Apenas tardó en llegar a la Praza do Ferro, la ambulancia se intentó hacer hueco avisando con sus luces azules, pero fue imposible ir más allá de la fuente.
Decidieron dar la vuelta a la manzana, para acceder por otro punto, y solicitar la colaboración de la Policía Local y despejar las calles. Después de sortear las mesas de las terrazas, toldos y peatones por la calle de la Paz, lograron llegar a la esquina de Juan de Austria con Lepanto, pero imposible avanzar. La ambulancia quedaba más lejos todavía del portal de Ramón. Más gente y más terrazas a un lado y otro de la calle.
"Esto es el pan nuestro de cada día, nos pasa con muchos servicios por esta zona"
Mientras esperaban por la Policía, decidieron improvisar y no hacer esperar más a Ramón. Volvieron a aparcar la ambulancia en la Praza do Ferro y continuar andando, cargados con una silla de ruedas plegable hasta la casa de Ramón. "Esto es el pan nuestro de cada día, nos pasa con muchos servicios por esta zona", suspiran.
Al difícil acceso en este tipo de calles en el Casco Vello se suma, muchas veces, que son casas antiguas, sin ascensor. Ahí estaba el siguiente obstáculo, los sanitarios se encontraron una hilera de empinados escalones para acceder al piso. Esta es la realidad de muchas casas en el centro de Ourense, describen con resignación mientras suben con rapidez los peldaños, "son personas mayores, solas, en casas antiguas, sin ascensor y con difícil acceso con la ambulancia y camilla".
Después de la espera, Ramón les ve aparecer con cierto alivio, pero todavía queda la parte más difícil, volver con él hasta la ambulancia. Cuando los dos miembros del equipo trasladan al paciente, en la silla de ruedas plegable y a pulso, justo se encuentran a los agentes de policía en el portal. Les toca abrir paso entre las terrazas para encontrar el mejor camino que les permita llevar cuanto antes a Ramón al hospital.
Se pudo llegar a tiempo, Ramón ya se encuentra mejor.
