Cumple y, al fin, fiesta familiar

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Había ganas en la familia de Miguel Sáez, como en muchas otras de Ourense, de tener -por fin y tras semanas de confinamiento- una fiesta familiar. El cumpleaños del tío Daniel fue la excusa perfecta... y no faltó nadie.

La familia de Miguel Sáez Sotelo vivía ayer una jornada muy especial, en el barrio de San Francisco de la capital ourensana. Tras meses de confinamiento por separado de padres, primos, tíos y abuelos, decidían aprovechar el cumpleaños "del tío Daniel", según explica Miguel Sáez, para celebrar una fiesta familiar en la que no faltó de nada, y en la que, además de festejar al protagonista de la onomástica, disfrutaron del feliz reencuentro, compartiendo una opípara comida, sabrosos postres y, como no, juegos.

La celebración fue a lo grande y al feliz reencuentro no faltó nadie, incluso hubo alguna que otra sorpresa. "En principio íbamos a reunirnos mis padres y yo con mi tío y mis primas, pero a última hora acudieron también mis abuelos, que llegaron a los postres; fue toda una sorpresa", explica Miguel Sáez, de 25 años y que actualmente prosigue con sus estudios musicales tras formarse en piano: "Ahora estudio composición y dirección", señala este joven, que no puede evitar la satisfacción que le ha dado el poder volver a compartir mesa, mantel y fiesta "con mis primas y el resto de la familia; ha sido una jornada estupenda", subraya.

La familia de Miguel Sáez aprovechó el cumpleaños del tío Daniel para reunir a tíos, primos y abuelos

Sobre la mesa se desplegaron, a lo largo de la comida de familia, "salmón ahumado, langostinos en gabardina, patés o espárragos trigueros, para pasar después a un primer plato ligero, con judías, y bacalao en salsa", explica el joven músico.

Para rematar, "tarta, cañas y leche frita, que le preparó mi madre al tío Daniel porque le gustan mucho", explica Miguel Sáez.

Y no faltaron los regalos, en este tiempo de coronavirus, relacionados estrechamente con las nuevas tecnologías: "Un cojín especial para colocar la tablet y unos auriculares inalámbricos que están aún pendientes, por lo que le pusimos, de momento, un papel donde le anunciábamos que los iba a recibir en cuanto lleguen", explica Miguel.

Los 54 años del tío Daniel permitieron revivir las viejas reuniones familiares que parecían ya olvidadas, tras tantas semanas de confinamiento. "Hasta ahora no habíamos podido celebrar todos juntos, así que ha sido una gran fiesta". Un encuentro en el que no faltaron los juegos, en este caso "el de la rana, que estuve disfrutando en la terraza, tras la comida, con mis primas Elena y Alicia". Un buen colofón a una fiesta que ya busca fecha próxima para la siguiente cita; en breve.

Ahora le queda pendiente a Miguel el encuentro con los amigos, que si es posible lo tendré hoy -por ayer- o si no, mañana -por hoy-. Será en una terraza, si hay espacio, y si no, pues paseando", señala.

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