Con solo 21 años, Antía García gestiona la empresa de aceites Alma Meiga, que para ella fue la forma de aprovechar las tierras de su familia y poder vivir en Castrelo de Miño, donde nació y se crio. “Empezó todo porque mis abuelos tenían allí una finca que no tenía nada, estaba medio abandonada, y mi padre conocía el tema de los olivares, entonces eso me dio la idea de hacer allí un olivar y poder obtener aceite”, explica. Así nació una empresa que no deja de crecer, y que tras hacerse un hueco en los mercados ourensano y gallego está empezando a enviar su aceite a Madrid y otros puntos de la península
En su caso tuvo un impulso fundamental, gracias a las ayudas EmprendOu, que gestiona la Diputación con fondos europeos. Esto le abrió una puerta que nunca imaginó: poder progresar sin la necesidad de emigrar. “Sí que me planteé irme. Fui a estudiar a Ourense y pasé allí parte de mi vida. No veía la posibilidad de llevar en Castrelo una vida que me diera ganancias, y a mí ese lugar me gusta mucho, son mis raíces”, agrega.
Su emprendimiento le permite disfrutar de la cercanía de sus seres queridos y costumbres, una receta que recomienda a todos los jóvenes, a quienes muestra que es posible ser profeta en su propia tierra.
A Florian Bagnoli el amor le cambió la vida, aunque esto suene a sinopsis de comedia romántica. Un buen día, en su Bretaña francesa natal, conoció a una joven ourensana, con la que terminó teniendo un hijo, y por la que decidió probar suerte en un concello de la provincia: Amoeiro. De esta mudanza transcurrieron ya casi dos años, en los que Florian puso en marcha un centro de masajes y acupuntura con el que ahora es feliz. “La vida en Amoeiro me encanta, es mágica. El pueblo es como los de los cuentos, con carballos antiguos con mucho musgo, es una maravilla, al igual que toda Galicia”, afirma en un español casi perfecto, e incluso se atreve a señalar en un intento de gallego que “la gente es muy riquiña”.
AYUDAS CLAVE
Las ayudas fueron también clave en su negocio, sobre todo en un momento inicial donde los gastos son elevados y los ingresos nulos. “La iniciativa está muy bien para emprender, porque hay que invertir en material, el gasto de los autónomos y el alquiler. Estoy muy contento de poder trabajar así, me levanto cada día para hacer algo que me encanta”, agrega.
Su vínculo con el pueblo es ya muy profundo, y en él piensa cumplir un segundo sueño: invertir en una casa y restaurarla para poder vivir en ella. Sus raíces en Amoeiro apuntan a mantenerse en el tiempo, ya que su hijo, de cinco años, tampoco muestra gran interés por las ciudades: “El niño en el bosque lo pasa genial, está muy despierto con la naturaleza. Él no quiere ir a la ciudad, vamos a veces para coger un juguetito o alguna cosa, pero nos llama más la naturaleza”.
Le gustaría que su caso sirva como ejemplo para los jóvenes que se estén planteando un futuro en uno de los muchos concellos ourensanos que necesitan nuevos pobladores, y es que el 80% del territorio provincial está ocupado por solo el 20% de la población, que además enfrenta un problema de envejecimiento cada vez más pronunciado.
Ourense pierde cada año población, y las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que en 2023 la provincia bajará por primera vez de los 300.000 habitantes. Frenar esta sangría se ha convertido en una prioridad para las autoridades. En este sentido nace la iniciativa EmprendOu, que concede ayudas a emprendedores menores de 30 años que residan en uno de los 82 concellos considerados de reto demográfico. Este programa concede a los beneficiarios una ayuda mensual durante un año del 75% del salario mínimo, lo que supone un monto de 723 euros. Desde que echó a andar en 2019, un total de 169 jóvenes se beneficiaron del programa. Ayer, el presidente de la Diputación, Manuel Baltar, visitó en Expourense a parte de los beneficiarios, que pusieron en común sus iniciativas.
