En 2020, pese a las interferencias de la pandemia, se diagnosticaron 247 nuevos casos de cáncer de mama en la provincia, cuatro menos que en 2019. La unidad de mamografías del servicio de Radiología juega un papel importante para detectarlo, especialmente en los casos de carcinoma in situ que son lo de mejor pronóstico -34 el año pasado-.
Hoy, en el día de la lucha contra esta patología, se recuerda la importancia de someterse a estas pruebas para detectar lo más rápido posible esta enfermedad. “Contamos con un amplio dispositivo para la detección precoz, pero todavía nos encontramos con personas que no acuden”, lamenta Josefina Pereira, responsable de la unidad.
Cada día atienden a unas 30 mujeres que se someten a diferentes pruebas, principalmente a una mamografía. Pero no es la única y todo con el objetivo de tener un diagnóstico más concreto. “A un 80% se la hace una ecografía, pero también podemos practicar una punción para extraer una muestra”, apunta Pereira. Estas son las consultas de acto único para pacientes que llegan a su consulta por vía rápida, derivadas por un especialista. En ese mismo día se les diagnostica y luego el comité de mama valora los siguientes pasos.
“Las pacientes vienen nerviosas porque puede cambiar su vida”, señala Josefina Pereira, de la unidad de mama
Las mayores de 50 años cuentan con una campaña de detección precoz específica, con mamografías programadas cada dos años. A la unidad de mamografía ubicada en el Hospital Santa María Nai acuden en caso de alteraciones. Y no solo en esos casos. Mujeres con antecedentes familiares de cáncer de mama, con mutaciones genéticas o que hayan notado alguna anomalía en un pecho, son atendidas en esta consulta. “Últimamente notamos un incremento en los diagnósticos. Vemos muchos cánceres seguidos y no sabemos si es por los meses de verano o que retrasaron sus visitas al médico”, señala Pereira.
La edad de las pacientes también varía. No son solo las mayores de 50 las que pueden padecerlo. La radióloga resalta que incluso se topan con casos de mujeres de 80 o 90 años a las que se les diagnostica un cáncer de mama. En las menores de 30 el diagnóstico es menos común, pero sí puede aparecer en aquellas entre 35 y 50 años. “Cuanto más joven, menos se diagnostica por el tipo de tejido mamario. En esos casos empleamos una ecografía para aumentar la fiabilidad del resultado”, indica la especialista.
Con el inicio de la pandemia modificaron las consultas para que menos personas estuviesen en la consulta. En un par de meses ya recuperaron la normalidad, con medidas de protección. El cáncer no espera. “Si no llega a extenderse a la axila, la probabilidad de supervivencia es del 90%”, explica Pereira. Para lograrlo es necesario detectarlo lo más pronto posible y eso es lo que tratan de conseguir.
Un gran cambio
Una parte difícil del trabajo que desempeñan es la de informar a las pacientes de que se detectó una anomalía. “Tenemos que hacer un poco de psicología. Les decimos que hemos visto una lesión que debemos estudiar. Estamos acostumbradas a ver a los pacientes y a veces se nos olvida lo que supone para ellas”, destaca Pereira.
Da igual la edad de la paciente, los nervios siempre están a flor de piel ante una mamografía por lo que puede suponer. Cuando ocurre porque se detectó una lesión, lo agrava todavía más. “Debemos actuar con mucho tacto. A muchas de las que ya pasaron por una cirugía de mama no les gusta venir, porque saben que les puede cambiar la vida”, reconoce la radióloga. Evitarlo no es una solución y someterse a esta prueba ayuda a que el cáncer se ataje lo más pronto posible.
El día de hoy se emplea para concienciar sobre la importancia de la detección precoz, pero también para visibilizar la importancia de la investigación oncológica.
