La Asociación de Jóvenes Abogados de Ourense propuso un debate que los candidatos a ocupar el puesto de decano del Colexio de Avogados aceptaron. No tuvo desperdicio, porque permitió conocer, además de las propuestas de cada una de las candidaturas, la división que domina el colectivo de profesionales. En especial, entre los partidarios de Arturo González, actual decano, y Francisco Conde, que en el último mandato compartió candidatura con el primero. Las diferencias provocaron una escisión.
A menos de cuatro días de las elecciones que renovarán cinco de los diez puestos de la junta de gobierno del Colexio de Avogados de Ourense, la Asociación de Abogados Jóvenes organizó un debate entre los cuatro candidatos a ocupar el puesto de decano así como con el candidato a ocupar el cargo de vicedecano. Durante los siete minutos con los que cada uno de ellos contó para hacer una exposición inicial de sus objetivos, todos coincidieron en la necesidad de impulsar las nuevas tecnologías en el funcionamiento diario de la institución, y así proporcionar mayores y mejores servicios a los colegiados. Rafael Vallés incluso incorporó la idea de crear un departamento de I+D que ayude a desarrollar el ejercicio de la profesión.
Alfredo Bermúdez, segundo en intervenir, reclamó una oficina virtual que rompa distancias entre Colexio y colegiado y sea posible ofertar servicios que otros colegios profesionales ya están prestando en otras ciudades. Recuperar el consenso de una profesión dividida y aportar transparencia al funcionamiento del Colexio rigieron su discurso. Víctor Adán, candidato a vicedecano, apeló a su juventud para reclamar un lugar en la junta, y reivindicó su no afiliación a ningún grupo de poder como un aval para actuar con las manos libres.
El plato fuerte iba a quedar para el final. No tanto durante las intervenciones de Francisco Conde y Arturo González, que acompañan su candidatura de otros cuatro nombres para optar a entrar en la junta como vicedecanos y vocales. El turno abierto para interrogar a unos y a otros dejó al descubierto las diferencias entre Conde y González, que si bien ahora concurren en listas separadas, durante los últimos cinco años compartieron mesa en la junta de gobierno.
Interrogados por la razón que les había llevado a la escisión, optaron por referirse únicamen te a diferencias de criterio en la última parte del mandato. Y cuando los colegiados que acudieron a escuchar el debate, inquirieron por la naturaleza de las diferencias, se remitieron al carácter secreto de las deliberaciones de la junta de gobierno. Pero el debate siguió calentándose entre el auditorio, donde los partidarios de una candidatura y otra apretaron con incisivas preguntas -a veces incluso con valoraciones que no incluyeron pregunta más que para justificar las opiniones anteriores- a uno y a otro.
Alfredo Bermúdez, segundo en intervenir, reclamó una oficina virtual que rompa distancias entre Colexio y colegiado y sea posible ofertar servicios que otros colegios profesionales ya están prestando en otras ciudades. Recuperar el consenso de una profesión dividida y aportar transparencia al funcionamiento del Colexio rigieron su discurso. Víctor Adán, candidato a vicedecano, apeló a su juventud para reclamar un lugar en la junta, y reivindicó su no afiliación a ningún grupo de poder como un aval para actuar con las manos libres.
El plato fuerte iba a quedar para el final. No tanto durante las intervenciones de Francisco Conde y Arturo González, que acompañan su candidatura de otros cuatro nombres para optar a entrar en la junta como vicedecanos y vocales. El turno abierto para interrogar a unos y a otros dejó al descubierto las diferencias entre Conde y González, que si bien ahora concurren en listas separadas, durante los últimos cinco años compartieron mesa en la junta de gobierno.
Interrogados por la razón que les había llevado a la escisión, optaron por referirse únicamen te a diferencias de criterio en la última parte del mandato. Y cuando los colegiados que acudieron a escuchar el debate, inquirieron por la naturaleza de las diferencias, se remitieron al carácter secreto de las deliberaciones de la junta de gobierno. Pero el debate siguió calentándose entre el auditorio, donde los partidarios de una candidatura y otra apretaron con incisivas preguntas -a veces incluso con valoraciones que no incluyeron pregunta más que para justificar las opiniones anteriores- a uno y a otro.
