Don Lisardo Ramos Sandiás, ejemplar “cura de pueblo"

Acaba de dejarnos un sacerdote entrañable y con una historia de fidelidad ejemplar. Don Lisardo Ramos Sandiás, miembro de aquel célebre curso ordenado el 20 e diciembre de 1958, el mayor de su curso, acaba de fallecer en su entrañable parroquia de Santa Teresita de El Veintiuno en el barrio de A Ponte. Había nacido en Sorga el 29.09.1930. Allí en aquella parroquia nada fácil para él sobre todo en los comienzos estuvo 56 años hasta que las fuerzas le fallaban y fue sustituido por el actual párroco Aquilino Rodríguez Fernández. Tras cursar sus estudios en el Seminario de Ourense fue coadjutor de Santo Domingo y más tarde ecónomo de Mugares. La parroquia de Santiago de las Caldas se había dividido en tres: Santa Ana de El Pino y Santa Teresita de El Veintiuno. Tras ser regida brevemente esta última por don José María antes de pasar a la Colegiata de A Coruña, fue nombrado párroco don Celso Montero que acababa de llegar de misiones en América. Tras breves años le sustituyó don Lisardo que, desde entonces estuvo al frente de esa feligresía. A él se debe el impulso del culto en la capilla de Peliquín, la antigua de San Lázaro y también el barrio de Covadonga. Mientras tanto fue perfeccionando con muchísimo sacrificio y constancia, la casa parroquial. Sin duda alguna fue un sacerdote encarnado y comprometido con su pueblo. Los pobres tenían siempre en él un acogedor pastor. En una ocasión le escuché a un párroco que don Lisardo era un cura de pueblo. Creo que fue el ideal para una parroquia de suburbio que acogió a muchos feligreses venidos de distintas zonas de la diócesis y especialmente de los Chaos de Amoeiro. Don Lisardo quedará para siempre como la memoria viva de la parroquia. A él, como referente, todos sus sucesores volverán su mirada por su ejemplaridad y hacer pastoral. Su quehacer, su constante cercanía con sus feligreses tan variados y dispersos, desde Peliquín a Covadonga lo recordarán. Porque antes que nada fue un sacerdote que vivió unicamente para su sacerdocio y para sus feligreses hasta que al final las fuerzas físicas le fueron fallando poco a poco. Descanse en paz el buen sacerdote y ejemplar párroco. Creo que fue el ideal para el modo de ser de la zona de Ourense que le tocó regir pastoralmente más de 56 años. Gracias don Lisardo por su ejemplaridad y que la tierra le sea leve.n