TRIBUNALES

Un acusado de trata de mujeres: ‘Denuncian para así legalizarse'

photo_camera Nuno Miguel Carvalho Rego, ayer en la primera sesión del juicio seguido en la Audiencia.

La madame del Doce Vita de A Gudiña también está inculpada pero se halla en paradero desconocido

Nuno Miguel Carvalho Rego (37 años), propietario del club de alterne Dolce Vita de A Gudiña, se sienta en el banquillo de los acusados de la Audiencia por segunda vez en menos de un año por delitos relativos a la prostitución. En julio de 2015, salió absuelto porque la fiscal se quedó sin prueba ante el plante de la denunciante. Pero en esta ocasión la mujer que lo acusa, quien figura en el proceso como testigo protegido, está previsto que declare esta mañana a través de videoconferencia.

El inculpado, que se enfrenta a una petición de 14 años de cárcel ya que también está acusado de detención e inmigración ilegal, negó que la denunciante, de nacionalidad paraguaya, estuviera en el club contra su voluntad. En el mismo proceso está imputada la madame del local, Rosalba Urena, pero está en paradero desconocido.

Carvalho Rego atribuye las manifestaciones de la mujer que trabajó en su club, extensible a otras que lo denunciaron en anteriores ocasiones, a una artimaña "para legalizar su situación en España y así evitar el expediente de expulsión cuando son localizadas por la Policía". Su abogado, de hecho, puso el acento en que tardó dos años desde que abandonó el Dolce Vita. "Lo hizo cuando la policía realizó una redada en el club Witiza (Porriño)", explicó.

El encausado declaró que todas las mujeres que acudían a su local en busca de trabajo lo hacían de manera voluntaria y que no existían deudas de por medio. La fiscal sostiene que una mafia captó a la mujer en su país de origen y la llevó a España con la falsa promesa de trabajar de bailarina y alternar tomando copas con clientes, pero sin sexo. En este periplo, le endosaron una deuda de algo más de 3.000 euros.

Asimismo, el hostelero inculpado negó que la denunciante estuviera retenida: "Todos sabían que tratábamos bien a las chicas que venían y que las puertas siempre estaban abiertas de tal forma que podían entrar y salir cuando querían". El camarero posteriormente incluso ejemplificó: "Llamaban al taxi de A Gudiña e iban al salón de belleza o a la peluquería cuando querían".

En la sesión de ayer, declararon agentes de la Policía Nacional quien coincidieron en destacar que en la entrevista personal con la víctima infirieron que estaban ante mujer que podría estar atrapada en una red de trata de seres humanos.

Por su parte, dos testigos aportados por la defensa, un cliente y un camarero, coincidieron en que nunca vieron nada irregular en el local y que las chicas "salían y entraban cuando querían".

La testigo protegida consiguió salir de A Gudiña a raíz de un pelea con la "madame". La fiscal sostiene que la otra encausada le arrojó una silla y la amenazó con un cuchillo hasta que la joven consiguió romper la puerta y escapar del local para así coger el tren rumbo a Vigo.

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