CRÓNICA

El belén de todos los músicos

En la iglesia parroquial de Bentraces un grupo de fieles pone en orden la iglesia. Fuera, llueve como si no hubiera un mañana, justo en la hora en la que el mundo se para por un partido de fútbol rodeado de otros “misterios”; falta hasta el párroco, bien forofo -según anuncian- también persigue el balón.

Desde que Francisco de Asís instauró la representación del belén hay una serie de imprescindibles que no pueden faltar. Normas que figuran en el imaginario colectivo. El de Antón Pereiras es un belén especial, obsesivo, difícil de imaginar. Después de haber estado expuesto varios años en Vigo (antes de que su alcalde lo iluminara todo) o Santiago, recala este año en un desangelado lateral de esta iglesia. En el pesebre, una especie de “cabaceiro” primigenio elaborado con mimbres, lo más fiel a la tradición es la imagen de un niño Jesús sobre el lecho; las figuras de la Virgen María y San José ataviados de gaiteros.

“Todo está basado no mundo da gaita” -apunta Antón-, desde luego. Afirmación inapelable, visto el desfilar de gaiteiros portugueses, bretones, austriacos, árabes, chinos y hasta belgas. “Gaiteiros de todo o mundo, ata de Arxentina”, que ha ido reuniendo a lo largo de sus viajes. Antón se adentró en el mundo del coleccionismo hace muchos años, y desde entonces donde ha visto una figura provista de ‘fole’ no lo ha dudado. Las hay en cerámica, bronce, madera, resina o yeso, en vívidos colores o huérfanas de todo cromatismo. También hay escenas costumbristas en una narrativa lineal, como la de los cantos de ciego o la típica de un paisano dando con el ‘sacho’ a otro por intentar mover unos marcos.

Dice que son más de trescientas, mientras, se agacha y de unas cajas sigue sacando figuras entre las que suma esta vez al belén un jugador del Celta de Vigo, a veces el ejercicio es de aproximación, pura metáfora. En este belén encaja todo, como en los sufridos arroces llevados a paella, elfos, duendes, y hasta un coro de animales hilvanando notas musicales. Destaca la parte de la zona del “gobierno”, donde se percibe un Herodes al lado de una arpa junto a toda una guardia protectora de romanos. Los fieles que a esa hora del relato no pueden evadir la curiosidad y entran en éxtasis con una figura de la huida a Egipto, “Que bonita é! esa porémola ao final”, dice Antón. Pues eso, al final.

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