ALERTA SANITARIA

El día a día de los sanitarios contra la pandemia en Ourense

photo_camera Paula González (izquierda) y Marta Fernández (derecha).
Las enfermeras Paula González y Marta Fernández trabajan en la primera línea, desde la UCI Covid del CHUO y desde el centro de salud de Entrimo. Al enfundarse el pijama, toca dejar los miedos atrás y dar lo mejor: "Por los pacientes, y por ti".

Paula González empezó a trabajar en la UCI covid del CHUO hace apenas dos semanas. Arrancó con ganas, con una experiencia a sus espaldas de cuatro años en la especialidad, en Reino Unido. "Sigo con ganas, es duro, claro que sí, pero al final es tu trabajo, y yo sentía que no me podía quedar en casa mientras pasaba todo esto", explica. 

Cruzar la puerta de la UCI supone cruzar también el umbral a "otro mundo". "Te metes dentro y el resto del mundo no existe, hasta que se acaba tu turno", apunta. Antes de entrar en la unidad, toca ataviarse con los trajes de protección mediante un protocolo clave para evitar contagios, y que ocupa alrededor de un cuarto de hora. "Llegas, te pones tu uniforme verde, te lavas las manos y empiezas a ponerte el epi. Siempre tienes a alguien a tu lado que te ayuda a atar la bata y que comprueba que estés bien vestido", cuenta. Dos pares de guantes, calzas, bata, dos gorros, mascarillas y gafas. "Tenemos que escribir nuestro nombre y profesión en el epi para poder identificarnos, porque dentro es imposible distinguir a la gente", narra. 

NEWSLETTER

Suscríbete gratis al boletín especial del coronavirus de La Región

Reto físico

Dentro, González ya sabe cuáles son sus pacientes. "La supervisora nos dice cuáles son los nuestros antes de entrar, para que no haya dudas", explica. En cada turno, los sanitarios hacen un pequeño descanso, porque no es fácil soportar los epis durante más de tres o cuatro horas. "Quizás hay quien lo aguanta, pero es muy difícil, llegado un punto te molesta. Hace calor, te empiezan a molestar las gafas, se te empañan... Es incómodo. De hecho, el mayor problema es que se te empañen las gafas", asegura González. Aunque ella ya había usado epis, el riesgo de contagio siempre era menor al del coronavirus. La consigna básica, y más importante, es no tocarse la cara desde que se traspasa la puerta, ya que se considera que la unidad es zona "sucia". "Si te molestan las gomas de la mascarilla o de las gafas tienes que aguantarte, a no ser que te encuentres mal, que obviamente puedes salir. Hay personal fuera que podría entrar a relevarte, en caso de necesidad".

Al salir, toca desvestirse, con sumo cuidado. "Antes de dejar la unidad te quitas el epi, las calzas, un par de guantes y un gorro, pero dejas el otro gorro, la mascarilla, las gafas y los otros guantes puestos, para quitártelos luego. Cruzas la puerta, desinfectas las manos y te quitas las gafas y las dejas en una solución desinfectante, lavas las manos y te quitas la mascarilla, la tiras, te lavas las manos, te quitas el gorro y te quitas los guantes. Te lavas las manos de nuevo y luego el cuello, que también es recomendable", apunta. "Yo no me quedo tranquila de todo hasta que luego me ducho", añade. Las marcas en la cara son habituales después de sacarse el equipo, por lo que los sanitarios colocan apósitos para evitar posibles heridas. "Cuando llevas un rato te duele la nariz, sientes presión en la cabeza...", cuenta. 

El equipo humano

Aunque González empezó hace poco en el CHUO, asegura que el equipo la ha ayudado desde el principio. "Cuando llegué les expliqué que venía de trabajar fuera, que me explicasen un poco cómo eran ciertas cosas con las que tenía dudas, pero nada, desde el principio muy bien. Ahí dentro, todos somos un equipo: enfermeros, celadores, auxiliares, médicos, técnicos... Todos a una", explica. Combatir la enfermedad es tarea compartida de todos, también del servicio de limpieza: "Su papel es clave, tienen que desinfectar cada nada de tiempo". 

Pese al cierto desconocimiento actual sobre el coronavirus, González no se amilana. "Le ganaremos, es cuestión de tiempo". Asegura que es "optimista", y que el confinamiento dará sus frutos: "Cada uno tiene que hacer lo que le toca, nosotros, trabajar, y mucha gente, quedarse en casa. Porque si tú sales y no tienes que hacerlo, no estás colaborando a frenarlo". Al llegar a casa, procura desconectar en la medida de lo posible, y asegura que intenta no leer más sobre el tema: "Es difícil, porque es el tema de estos días, pero hay que desconectar para mantenerse bien. Al final, pase lo que pase, tú vas a volver y ya verás cómo han evolucionado tus pacientes. Es lo que toca".

Marta Fernández: “En el rural están concienciados, siguen a rajatabla lo que les dices"

El trabajo de Marta Fernández, enfermera del Centro de Salud de Entrimo, cambió notablemente desde el inicio de la crisis sanitaria. "Antes yo llegaba y ya había gente esperando, tenía mi lista e iba llamando. Tenía mucho control de azúcar, de tensión... Ahora lo hacen desde casa, los que pueden, y los llamo por teléfono para verificar que estén bien", apunta. La premisa es evitar que en el centro haya aglomeraciones, por lo que se potencia la consulta telemática y, si es necesario hacerla presencial, se cita de forma espaciada: "Si vienen, cada uno se sienta en un banco, a bastante distancia, para evitar cualquier tipo de contagio". La enfermera asegura que es "raro" trabajar manteniendo las distancias, y que nota a los pacientes "un poco tristes": "Nos conocemos desde hace mucho tiempo, siempre nos saludamos con dos besos, pero ahora... ahora toca hacerlo así".

Fernández empieza la jornada revisando el correo, para comprobar si alguien ha pedido la prueba del coronavirus, y si hay resultados. Por el momento, en la zona no tienen casos de COVID-19, pero no por eso bajan la guardia. "Si alguien ha pedido el test, llamo a casa y les explico a los familiares el protocolo. Tiene que permanecer en una habitación, tienen que desinfectar todo lo que utiliza...", explica. 

Elevada media de edad

La media de edad de los pacientes de Fernández es elevada, por lo que la mayoría forman parte de grupo de riesgo. "Están muy preocupados y muy concienciados, ellos siguen a rajatabla lo que tú les dices. Salen poco, solo en lo imprescindible, se ayudan muchos entre unos y otros... Es lo bueno del rural. Hemos ido al súper para ver si mantenían las medidas, y lo están haciendo muy bien. Guantes, gel, incluso desinfectan el dinero", asegura. La gran mayoría de los vecinos utilizan mascarillas –tanto compradas como hechas por ellos mismos– y guantes, para evitar contagios. 

En caso de que alguna persona presente síntomas de COVID-19, el médico se desplaza hasta el domicilio para atenderlo. Muchos son los pacientes que estos días llaman al centro de salud por dudas, antes de acudir directamente. "Te preguntan que si tienen que venir para el sintrón, para las vitaminas... En la medida en la que podemos, se aplaza. Si no, vienen, y muchas veces salimos nosotros y los atendemos desde el coche, para que no tengan que salir y entrar aquí. 

Contacto con las residencias

La enfermera también mantiene comunicación diaria con las dos residencias de mayores de la contorna. "Antes del coronavirus ya teníamos mucho contacto, pero ahora, más. Cuando empezó todo hablamos con las directoras para indicarles las medidas que tenían que seguir, pero ellas ya estaban muy enteradas de todo. Por el momento, no hay ningún positivo, pero tienen el protocolo preparado en caso de que se produzca algún caso", explica. La colaboración es clave con los centros de mayores, así como con las cuidadoras municipales: "Si ven que algún vecino de los que atienden tienen alguna úlcera, por ejemplo, que es habitual, me envían una foto. Si yo veo que es leve y pueden hacer la cura ellas, les indico los pasos y, si es necesario, vienen aquí a por el material. Ellas están pendientes de cualquier cosa. 

La colaboración es imprescindible, y Fernández asegura que todos trabajan conjuntamente estos días: "Esto es cosa de todos. Desde los sanitarios hasta el personal de limpieza, que se ocupa estos días de desinfectar todas las zonas más susceptibles de posibles contagios en el centro de salud,  como manillas de puertas o llaves de la luz. El papel de la persona que está en recepción también es muy importante, indica que se detengan en la puerta, les pregunta qué pasa, si eso puede hacerse por teléfono...".  

El personal sanitario también recuerda estos días a los familiares la importancia de respetar las medidas impuestas en los funerales: "Tenemos que decirles que solo pueden ir tres personas al entierro, que no se venga nadie de ningún lado porque no se puede... Es duro, claro, pero en estos momentos es lo que hay, tenemos que cumplir las normas para evitar más contagios". 

Te puede interesar