La Asociación Internacional de Psicogeriatría (IPA), la entidad científica y profesional sobre esta especialidad más relevante del mundo, escoge por primera vez España y, en concreto Galicia, para celebrar su congreso anual. Santiago de Compostela recibe hasta mañana a cerca de 500 expertos. El ourensano Raimundo Mateos, presidente saliente de la IPA, preside también el comité organizador del congreso. Este evento es el último en el cargo para Mateos, uno de los impulsores de la psicogeriatría en Galicia hace 25 años. "Vamos con retraso en el tema del envejecimiento", adelanta el psiquiatra.
¿Europa se fija en Galicia como zona envejecida?
Galicia está conceptualizada como una especie de laboratorio del envejecimiento en Europa. La situación demográfica que se da aquí será la regla en Europa en 2050. Otra cosa es que hagamos lo suficiente en Galicia por adecuarnos a esta situación desde el punto de vista de las necesidades de las personas mayores, especialmente las que tienen trastornos mentales. Ahí queda mucho por hacer y no vamos al ritmo que debiéramos. El envejecimiento avanza mucho más rápidamente que las soluciones a estos problemas que van surgiendo.
Impulsó la atención psicogeriátrica en Galicia hace 25 años. ¿Se ha avanzado?
Después de 25 años, nos hemos caído del tren en marcha. Hay que volver a subirnos.
¿Se ha estancado la búsqueda de soluciones en la atención a los mayores?
Sí. Tenemos que ser tremendamente creativos ante el fenómeno del envejecimiento, que no se puede afrontar con soluciones conocidas. Vamos con retraso.
En Ourense, la provincia más envejecida, no hay una unidad de psicogeriatría.
La hubo. Ourense es la paradoja de Galicia en este sentido. Era muy activa y lo natural es que se hubiera completado la dotación interdisciplinar. Lejos de eso, ya no la hay. Aparte de contravenir el modelo asistencial. Es de sentido común. Cuesta muchísimo entender todas las especificidades que lleva atender a los mayores.
¿En el resto de Galicia cómo funcionan estas unidades?
La única consolidada es la de Santiago. Se ha puesto en marcha una el año pasado en el área sanitaria de Vigo. En los demás sitios, no hay unidades interdisciplinares. En el mejor de los casos, se hacen algunas de las actividades que deberían enmarcarse en estas unidades, pero no es un programa completo.
La falta de este tipo de servicios públicos, ¿convierte en un lujo la atención a los mayores?
La gente busca soluciones como puede. Hay que acentuar que estas patologías son crónicas y complejas. Cuando se opta por la atención privada vemos muchas veces que aunque la atención sea la adecuada, no podemos pensar que hay más especificidad que en lo público, al contrario.
Los cuidadores no profesionales. ¿Hay realmente conciencia de su sobrecarga?
Zarit, una de las figuras mundiales que analiza la carga del cuidador, está en el congreso. Todo el mundo trabaja con el cuestionario de Zarit. La sociedad empieza a entender que los cuidadores sufren tremendamente. Y toda la unidad familiar se resiente. Falta que la sociedad y las políticas asistenciales lo reconozcan, con atención y más programas de intervención y apoyo. Centros de día, atención a domicilio, residencias... Pero también otras medidas como la flexibilidad en el trabajo. No conocemos bien las necesidades de los cuidadores, es un problema, no hay estudios suficientes. Y cuando se conocen, no hay medidas para paliarlas.
¿Y los cuidadores profesionales? La Formación Profesional especializada en atención a mayores y dependientes no tiene demanda suficiente en una provincia como Ourense.
Hay una necesidad tremenda de profesionales bien formados. Habría que ver porqué no aparecen los profesionales. Hay salida profesional, pero habrá que explicarla y dar una adecuada formación.
La soledad. 18.400 mayores viven solos en Ourense. ¿Hay suficiente atención a la soledad? ¿Qué estrategias se están llevando a cabo?
Parece claro que no. Es un colectivo muy variado (autónomos y dependientes). Y hay que añadir la dispersión geográfica. Es difícil llevar los servicios sanitarios a estas zonas. No todos los problemas se van a resolver con política asistencial. Esa es una revolución que tenemos que hacer entre toda la sociedad. La educación es muy importante. A veces se opta por tener a los niños aparte de estos abuelos con trastornos. Mi recomendación es que no los aislen y que se vayan enterando de cómo es la vida. Hace décadas, veían los procesos naturales de la vida. Hoy hemos ido compartimentando las etapas de la vida y a veces se les hurta a la infancia y a la adolescencia los problemas de los mayores. Eso no ayuda en nada.
¿Qué le parecen proyectos como el centro intergeneracional de A Farixa?
El concepto del centro es la base de las relaciones intergeneracionales, es fundamental y muy positivo para las personas mayores. Tenemos que promover que los jóvenes vean como interesante esa relación con los mayores, que pueden aprender de ellos, que no saben usar internet pero sí usar la vida. Hay que valorar a los mayores. Contribuye a normalizar los recursos asistenciales.
Galicia es un laboratorio para Europa. ¿Por dónde van las investigaciones?
Es necesario conocer mejor cuáles son las necesidades de los mayores dependientes. Describir cómo están funcionando las soluciones. En Galicia tenemos recursos, por ejemplo en el ámbito comunitario. Las demencias sabemos que hay muchas más que no están diagnosticadas. No conocemos cómo están estos cuadros detectados en los centros de salud. Es una iniciativa que se está llevando a cabo: conocer cómo es la situación de deterioro cognitivo y prevalencia de demencias en Galicia. Lo más peculiar de Galicia es la dispersión geográfica, que hace todo más difícil. ¿Lo positivo? La naturaleza. Desde el punto de vista alimenticio, productos buenos y gente que se mantiene activa en el campo.
