Las excavadoras expulsan a los indigentes

Casas en Ponte Lebrona

LR- Los indigentes que dormían en las casas que hay en ruinas en Ponte Lebrona (Ourense) aprovecharon los inmuebles hasta el último momento. Los trabajadores de la empresa encargada de derribarlas para construir la red de colectores del río Miño, tuvieron que desalojar ayer a dos jóvenes que estaban durmiendo en uno de los edificios. Los operarios revisaron cada uno de los habitáculos ante el temor de que hubiera más ’sin techo’ durmiendo y quedaran sepultados bajo los escombros.

Con los trastos a otro lugar. Eso es lo que tuvieron que hacer ayer los seis indigentes de la ciudad que, desde hace unos seis años, tenían su hogar en las casas que hay en ruinas en Ponte Lebrona, situadas entre la calle Francisco Llorens Díaz y el puente del Milenio.

La empresa Ferrovial Agroman está derribando los inmuebles para construir la red de colectores del saneamiento del río Miño y los seis sin techo aprovecharon las edificaciones hasta el último momento. En la mañana de ayer, 24 horas después de comenzar el primer derribo, los trabajadores tuvieron que desalojar a dos jóvenes sin techo que dormían sobre las tablas de madera de una vieja habitación, ajenos al ruido de las máquinas. Los dos hombres se marcharon sin mediar palabra con los operarios que, acto seguido, revisaron, palmo a palmo, cada uno de los edificios ante el temor de que hubiera más indigentes durmiendo y quedaran sepultados bajo los escombros. ’Los dos jóvenes que desalojamos tuvieron suerte porque una de las palas ya estaba tirando las paredes. Entré a la casa a retirar unas tablas y los encontré durmiendo’, explicaba un trabajador.

En los inmuebles se amontona chatarra, muebles inservibles, cartones y bolsas de plástico, entre otros restos.

Confortables

Los trabajadores durante el recorrido no encontraron más indigentes durmiendo pero sí tuvieron que soltar perros y gatos, que permanecían atados con una cuerda en el interior, y ponerlos a buen recaudo. ’Los atamos a los árboles que hay en el exterior y pronto los recogieron sus dueños’, añadía el operario.

Los animales eran propiedad de las personas sin techo, que no perdían de vista el derribo de las casas para cerciorarse de que quizás podría quedar en pie un hueco ’en el que pasar esta noche. Eran bastante confortables sobre todo en invierno. Además, ya estábamos acostumbrados a este lugar, era nuestro barrio y, ahora, cuesta buscar otro sitio’, lamentaba uno de los indigentes, Javier Díaz. ’Llevo viviendo aquí más de cuatro años’, añadía.

Todos ellos son conocedores del proyecto que promueve la Confederación Hidrográfica del Norte para sanear el cauce del río Miño. ’Sólo derriban los ocho inmuebles que están más cerca del río. Cinco de las casas no están afectadas y quizás nos sirvan, al menos para dormir’, apuntó Javier Díaz.

Los cinco edificios que hacen esquina con el puente del Milenio no están afectados por el proyecto, pero sus propietarios, conscientes de que pueden ser ocupados por indigentes, colocaron cerraduras en las puertas, que están selladas con cadenas.

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