Tradicionalmente, el Camino Francés ha sido el gran manantial en el aporte de peregrinos a Compostela, pero en los últimos años han cobrado notable auge el Camino Mozárabe y la Vía de la Plata y, desde ésta, a partir de Zamora, el camino hacia

La experiencia (única) del peregrinaje

El paseante desocupado o el espectador paciente que se mueva a la vera del camino de Santiago por la provincia de Ourense, comprobará el goteo constante de gente a pie hacia Compostela. Se distinguen claramente por la indumentaria, y el equipaje al hombro. La cantidad depende de los días, pero hay jornadas en la época de vacaciones que pueden superar el centenar. Les señala también la amabilidad que despliegan y su saludo al pasar, sobre todo cuando la peregrinación discurre por el rural.
Vienen de todas partes y con las más variadas justificaciones; algunos hacen el camino completo y otros parcialmente; los hay que han recorrido el Camino Francés y luego acometen el Mozárabe o el de la Plata (incluso ambos) o el Portugués. Recorrer cualquiera de ellos de un tirón es una empresa compleja, pues requiere buena condición física y mental, además de una preparación adecuada, pues significa más de un mes de caminata continua, con etapas que no bajarán nunca de los veinte kilómetros y varias de ellas se acercarán a los cuarenta. Que no es una broma, vamos.

Hay, sin embargo, la opción -muy utilizada- de hacerlo por tramos, según la preferencia de cada cual. Sigue siendo necesario tener una condición física buena, pero resulta más asequible, pues suele durar en torno a una semana.

Pero aunque sea así, una de las características que presentan los peregrinos de forma casi generalizada a partir del mediodía, es el rictus de cansancio en el rostro y el movimiento mecánico de las piernas, que deben soportar el cuerpo, el equipaje y los elementos atmosféricos: el calor puede resultar demoledor y la lluvia un mal compañero. El día de ayer, en cambio, fue especialmente bueno para los peregrinos, gracias a la agradable temperatura.

Lo mejor del día suele estar en el final de etapa, con una reparadora ducha y cambio de calzado para proporcionar descanso a los pies. Transcurridos varios días de marcha hay gente que tiene dificultades para recuperarlos de forma óptima, pues al ejercicio hay que sumar ampollas y pequeñas heridas. Aún así, la inmensa mayoría es capaz de superar los obstáculos para seguir el camino.


SEIS ETAPAS

La travesía xacobea por Ourense de oeste a este está planificada en seis etapas, comenzando en el Padornelo (límite de Zamora), y finalizando en Dozón (Pontevedra), recién abandonado Piñor. La etapa que comienza en las Portillas finaliza en A Gudiña; desde aquí va hasta Laza y luego a Vilar de Barrio; la siguiente llega hasta Ourense y de aquí hay otra hasta Cea, para finalizar el recorrido ourensán desde este punto hasta Castro Dozón.

Estos días son muchos los peregrinos que están haciendo la última fase del asalto a Santiago. Entre ellos figura un grupo de cuatro en el que van José Luis, Juanjo, Javi y Américo. Son una expedición heterogénea, pues los dos primeros proceden de la provincia de Guipúzcoa, el tercero es sevillano y el cuarto de O Barco de Valdeorras. José Luis y Américo se conocieron el año pasado en el Camino Francés y quedaron para hacer este año desde Zamora por Ourense; Javier es sevillano y se unió a ellos en la capital zamorana. 'Es el que tiene más humor de todos, cuenta chistes sin parar', dice José Luis, a modo de portavoz. Los cuatro son caminantes avezados, y se les nota.

Pero la expedición más numerosa de la jornada está formada por un grupo de 31 peregrinos procedentes de la parroquia de Trisino, en la ciudad italiana de Vicenza, apenas a un tiro de piedra Venecia, con Pádova aún más cerca.

Llegaron en avión y se dirigieron directamente hasta A Alberguería, pueblo de Laza que les pareció bellisimo, en palabras de Pietro, uno de los integrantes del grupo, aunque en general todo lo que van viendo les está gustando. La idea religiosa tiene que ver con esta peregrinación, pero también lo que supone como experiencia vital una caminata de estas características.

El grupo viaja disgregado, pero dentro de un orden, ya que avanzan pendientes de que nadie quede excesivamente rezagado. El ambiente es de camaradería y casi festivo, a diferencia de lo que suele ser tradicional entre los peregrinos, incluso en grupo, pues lo normal es que cada uno vaya centrado en lo suyo, que no es otra cosa que darle a los pies.

Pietro señala que plantearon la iniciativa desde un principio con una semana de caminata, más tres para los viajes. Así que salieron el lunes de A Alberguería y pretenden alcanzar Compostela el domingo, para regresar luego a sus lugares de origen.

Justo delante de ellos van Jacques y Giselle, una joven pareja belga que viene de Zamora, pero que el año anterior ya anduvieron desde Mérida hasta la capital zamorana. Tienen planta de atletas y confiesan que lo llevan bien. De hecho, 'donde vemos un lugar interesante, nos detenemos un momento a observarlo'. El buen ritmo de sus piernas les permite no perder demasiado tiempo en estas paradas para admirar la belleza del entorno por el que van pasando.

Los dos son informáticos y la religión les dice muy poco, pero tienen claro que 'el Camino les ha cambiado algunos conceptos sobre la vida y la condición humana. 'Es una experiencia sin comparación posible', dice Giselle. Ahora tienen la vista puesta en la Plaza del Obradoiro, pero no descartan hacer otros Caminos, incluso en bicicleta.

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