TRIBUNALES

La fiscal pide 17 años para el acusado de asfixiar a su pareja

Felisberto Dos Santos, el día en que pasó a disposición judicial.
photo_camera Felisberto Dos Santos, el día en que pasó a disposición judicial.

El inculpado sólo reconoce que le echó la mano al cuello "sin ninguna mala intención y sin apretar"

A Felisberto dos Santos, de 71 años, el hecho de haber acudido en la tarde del 12 de septiembre de 2013 a la Guardia Civil de Verín para confesar que había tenido un "altercado" con su pareja sentimental le restará años de condena en caso de ser declarado autor de un delito de asesinato. La primera autopsia atribuía la muerte de María Fátima Machado do Santos (52 años) a causas naturales, por lo que la presencia de Dos Santos en el cuartel, previa ingesta de sulfato, puso el foco directamente sobre él.

Pero también el deterioro cognitivo senil que padece y los celos patológicos que sufre, atenuantes reconocidas por el ministerio público, le podrían rebajar los años de cárcel en caso de que la Audiencia sentencie en su contra. Aún así, se enfrenta a una petición de 17 años y tres meses  de prisión por cuatro delitos: malos tratos, quebrantamiento de medida cautelar, asesinato y tenencia ilícita de armas. 

La instrucción sumarial, que ahora concluye, ha dejado claro que el procesado era un hombre celoso. Convivió con Fátima Machado 16 años, pero en los últimos tiempos se había obsesionado con que ella se veía con "Manolo de Vilardeciervos". Pero todo estaba en su cabeza. De hecho, cuando la agredió el 12 de agosto de 2013, algo que él reconoce aunque con matices, le echó en cara que el supuesto amante le había "palpado las piernas".

La fiscal cree que entonces puso en práctica una mecánica que perfeccionó un mes después: la asfixia con cojines de espuma sobre la cara. Él relató una versión bastante más adulcorada: reconoce un puñetazo en el ojo izquierdo, previo mordisco de la mujer.

Por su parte, Fátima mencionó ante la jueza de guardia el golpe en el rostro, pero también que la tiró sobre el sofá e intentó ahogarla apretándole el cuello con las manos y después con el cojín. La mujer también reconoció que lo mordió, pero porque pretendía zafarse de la agresión. En ese momento, llegó a reconocer que ya le había pegado en otras tres ocasiones, arrastrándola por el suelo cogida del pelo. Ese día, en el que confesó que sentía vergüenza y por eso lo ocultó el maltrato, dijo temer por su vida.

El Juzgado de Instrucción 2 de Verín dictó una medida de alejamiento el día 18 de ese mes, prohibiendo al acusado comunicarse con su compañera sentimental a menos de 25 metros de ella. Cuatro días después, María Fátima Machado dos Santos interesó que la medida cautelar acordada quedase sin efecto.

Pero estando aún en vigor, Felisberto dos Santos se acercó al domicilio conyugal del barrio de San Lázaro sobre las diez de la noche del 11 de septiembre de 2013. La fiscal sostiene que el inculpado trató de asegurar la muerte de su pareja y por ese motivo la tiró al suelo, se colocó sobre ella y le taponó los orificios respiratorios con una almohada o algo similar, presionando con fuerza el pecho contra el suelo. La muerte, según al segunda autopsia, le sobrevino por asfixia mixta por oclusión de orificios respiratorios y compresión torácica. 

Por su parte, el encausado circunscribe los hechos a una pelea cuando estaban sobre la cama, en la que le echó la mano al cuello "sin ninguna mala intención y sin apretar" pero ella "reviró la vista". Sostiene que pensó que se había desmayado por su delicado estado de salud. También reconoce que le arrojó un vaso de agua a la cara para que despertara. Tras abandonar la casa, vio a dos vecinos y les pidió que llamasen a una ambulancia porque "Fátima estaba tirada". Sin sentido.

La acusación pública y particular, que ejercen los hijos de la víctima y la Xunta, también le imputan un delito de tenencia ilícita de armas. Un hijo de la fallecida entregó a la Guardia Civil el 18 de marzo de 2014 una pistola del calibre 6,35 en perfecto estado de funcionamiento y un cargador con ocho balas que aparecieron en la vivienda que ambos habían compartido. 

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