Las especies de ganado autóctonas ligadas a las tareas agrícolas con la mecanización del campo y el abandono de un modelo de vida secular necesario para consolidar el territorio estaban abocadas a su desaparición

Fontefiz, de la búsqueda del eslabón perdido a la producción sostenible

Adentrarse en Fontefiz es como desvelar un enigma lleno de pinceladas de historia, también una especie de Arca de Noé pero del siglo XXI.
La visión de un monumental pazo y sus setenta hectáreas de terreno cercado vislumbran a su alrededor un paisaje que atrapa, un valle de arbolado y praderías sinuosas para perderse. Del pazo del siglo X en sillares de piedra y forma de u, cuyo último ocupante de abolengo fue el hidalgo rentista, liberal, diputado exregidor ourensano, Pedro Ventura de Puga (1775-1886), tan sólo aportar dos datos, la chimenea en piedra del interior tiene más de seis metros de altura y casi otros tantos de ancho; la tulla que albergaba el grano separado de trigo y centeno estaba precedida por una garita de vigilancia de lo más discreta.

Fontefiz (Coles) sigue siendo fortín, pero ahora en esperanza. El pazo otrora imagen del poderío es la sede del Centro de Recursos Zooxenéticos de Galicia, y la caja fuerte hoy es la custodia un banco de germoplasma ?casi setecientas mil unidades de semen y trescientas cincuenta mil de embriones, cifras que varían día a día? de animales de razas autóctonas en peligro de extinción, bovinas en su mayoría. Animales aún templados en el imaginario colectivo, en viejas estampas de color sepia que de anacrónicas que son ni nos reconocemos en ellas, aunque tengan que ver con nuestro ADN identitario y la ruralidad de un territorio hasta que la mecanización y el abandono del campo abrió otras vías.


HITO PIONERO

El banco de germoplasma se inició en 1976 bajo las directrices de Francisco Álvarez Yebra en un gesto cuasi futurista, el de congelar las dosis de semen de aquellas especies bovinas que se aferraban con firmeza a la orografía ourensana. Aquel gesto visionario, y la apuesta decidida de la administración de financiarlo a lo largo de los años, permite congratularnos de un patrimonio de lo más valioso.

El centro de Fontefiz y su tesoro bajo nitrógeno es garante de que especies bovinas, Caldelá, Limiá, Frieiresa, Vianesa, Cachena; ovinas, Ovella Galega; avícolas, Galiña de Mos; no desaparezcan como tales ?la acción conservadora se extiende a otras especies, fuera del pazo?; se conservan in situ rebaños fundacionales en los que se persigue una amplia variabilidad genética, así como evitar la consanguinidad y la endogamia, en especies que serán vendidas a los ganaderos adscritos a las razas autóctonas. Desde su establecimiento (1990) como Centro de Recursos Zooxenéticos de Galicia -adscrito a la Xunta-, se ha pasado sólo en razas bovinas, de 337 cabezas a 10.554, en régimen de ganadería extensiva, dentro de criterios de sostenibilidad, 2 UGM (dos cabezas de ganado adulto por hectárea) y de 40 ganaderos adscritos a 400.

La adaptación al medio de estas especies, su rusticidad, la innecesaria asistencia en los partos, consiguen que estas especies sean una alternativa ganadera aceptable, al margen de garantizar la perdurabilidad de un paisaje.

El centro está atendido por 4 funcionarios y 12 laborales, y al frente de todos, Castor Rivela. También están integrados el personal de Boaga (Federación de Razas Autóctonas de Galicia), 7 personas, en régimen administrativo diferente, éstos representan a las distintas asociaciones y a los ganaderos, al frente está José Ramón Justo.

El pazo que fue adquirido en 1941 por el ministerio de la época para mejora del ganado vacuno, y ya en 1953 pionero en la inseminación artificial, pasa a la Xunta en 1985 y desde los noventa se centra en la conservación y recuperación de razas autóctonas de Galicia, con la aplicación in situ del Programa de Rebaños Fundacionales y el Banco de Germoplasma; se establece un registro de ganaderías, de reproductoras, de familias colaboradoras y un plan de ayudas. A la espera de las nuevas directrices marcadas por la Comunidad Europea, 'más sensibilizada'parece con la funcionalidad de este tipo de ganaderías, el bovino autóctono en extensivo ha disfrutado de una subvención de 150 euros anuales por cabeza. La formulación planteada por la Administración para este tipo de ganaderías es necesaria para garantizar la viabilidad del proyecto. Se da la casualidad que en toda la Comunidad Europea, en los países del sur, los llamados PIGS, son los que más especies de ganado autóctono conservan, entre otras cuestiones por haber sido fuerza tractora.

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