“Fui el juguete sexual de mi padre”, declara una joven de Ourense

Z.N.I., de 34 años, junto a su abogada, Alba María Feixoo López, ayer en la Audiencia de Ourense.
photo_camera Z.N.I., de 34 años, junto a su abogada, Alba María Feixoo López, ayer en la Audiencia de Ourense.
Una mujer de A Limia de 34 años logró ayer dejar atrás al monstruo de su infancia. Su padre fue condenado por agredirla sexualmente, entre los 7 y los 16 años. El inculpado lo admitió. Ella renunció a la indemnización y a la opción de encarcelarlo. Solo buscaba que le pidiese perdón

Z.N.I. fue una niña sin juegos de infancia. Ella, desde los siete años, se convirtió en el juguete sexual de su padre. A las 09.55 horas de ayer, a los 34 años, en apenas cinco minutos,  la mujer con agallas en la que se ha convertido cerró una dolorosa etapa de su vida al escuchar a José Antonio N.T. (59 años) admitir, delante de tres extraños -los magistrados-, aquello que, en un primer momento, ocultó y, posteriormente, negó: la agresión sexual a su hija desde los 7 a los 16 años.

“¿Admite un delito continuado de agresión sexual  y pide perdón?”, preguntó el juez. El progenitor respondió: “Sí”

Pero también tuvo que pedirle perdón públicamente en un juicio celebrado a puerta cerrada. Formaba parte del acuerdo alcanzado entre la acusación particular y su letrado para evitar el juicio señalado por la Audiencia de Ourense. No ingresará en la cárcel porque la pena es de dos años, con la aplicación de varias atenuantes: la reparación moral y simbólica del daño a tenor del reconocimiento de los delitos sexuales y las dilaciones indebidas en la tramitación del procedimiento. La víctima rechazó el dinero de la indemnización. “La denunciante -recoge literalmente el acuerdo rubricado ayer- “con el reconocimiento de los hechos se considera compensada moralmente. “Prefiero mil veces -valora- que no vaya a la cárcel y reconozca los hechos que vaya 20 años y lo niegue, como si yo estuviese loca”. 

Llegar a la sala de vistas del Pazo de Xustiza fue complicado y hubo atrancos por el tiempo transcurrido cuando la joven verbalizó el delito (la Fiscalía planteó la prescripción) y por la naturaleza del mismo, sin testigos. Sin olvidar que el autor, hasta el día de ayer, negaba los hechos .

"Soy tu padre y hago lo que me da la gana"

Z.N.I. sufrió durante años la violencia física, verbal y sexual del progenitor. Las dos últimas patas también las padeció su madre en las dos décadas que duró el matrimonio. Hasta que un buen día, tras  idear un plan de huida -fue ocultando sus pertenencias en bolsas de basura debajo de la cama- salió de la casa familiar de una aldea de Vilar de Barrio para nunca más volver, con una nota manuscrita a modo de adiós y la custodia compartida de Z. y  un hijo de seis años.   “Acepté quedarme con los dos porque quería proteger a mi hermano de la violencia”, asegura.

A veces a violencia é tan sutil como contundente, non se precisan malleiras

La hija, muchos bajones y sesiones de terapia después, el 1 de octubre de 2018 consiguió dar el paso de denunciar. Tenía 28 años. Hasta que no se fue de la casa paterna de una pequeña localidad de Vilar de Barrio, no pudo tomar distancia.

Padeció los abusos en la clandestinidad. “Era imposible que mi madre lo supiera porque él aprovechaba cuando ella iba a la compra, cuando yo iba a su lugar de trabajo, en alguna casa en la que estaba de escayolista, o incluso cuando me llevaba de pesca los domingos al canal (...)”, relata la víctima. “Soy tu padre y hago lo que me da la gana” fue la consigna, a partir del momento en que ella empezó a protestar.

Acepté quedarme con los dos porque quería proteger a mi hermano de la violencia

Tardó en encajar en su cabeza de niña que el comportamiento sexual de su padre -la primera vez, en casa de mi tía paterna- no era normal. “No me sentía cómoda, no entendía por qué era a escondidas, pero me decía que era un juego entre él y yo y que nadie se tenía que enterar”. Pero el juego no resultaba divertido para ella.  Y siendo más mayor, había cosas que le chirriaban. “Tenía una foto mía en biquini en el móvil”, relata. Convirtió a su hija, en palabras de su abogada, “en un xoguete para as súas apetencias sexuais”.

Amable por fuera, ogro por dentro

Hubo una primera denuncia cuando estaba a punto de cumplir los 18 años por la paliza que recibió porque se le quemó la comida.  A raíz de ahí, se fue de casa pero “trataba de contactar conmigo a través de la pena”.  Porque una cosa era cómo era cara al exterior -”amable, simpático, cariñoso, vecino ejemplar”- y otra, dentro de casa -”un ogro”-.

Recuerda el terror de la infancia con todo detalle: una mirada de su progenitor, el rechinar de los dientes cuando se enfadaba o cómo mordía los puños hasta hacerse sangre … Llegó a mearse encima más por miedo que por los golpes. 

Convirtió a su hija, en palabras de su abogada, “en un xoguete para as súas apetencias sexuais”

La abogada que la acompañó en este proceso, Alba María Feixoo López, pone de relieve el perfil de los agresores sexuales como el que ahora ha sido condenado: “Unha persoa moi hábil intelectualmente e moi lista para escoller as ocasións nas que instrumentalizar sexualmente a súa filla”. La letrada, quien asumió el caso dentro del turno de oficio, siempre puso sobre la mesa el clima de control y dominación que ejerció el acusado en el seno familiar para conseguir sus propósitos. “A veces a violencia é tan sutil como contundente, non se precisan malleiras”, valora. 

Z.N.I., quien inició el proceso para anteponer el apellido materno, quiso estar ayer en la versión mini del juicio, aunque no paró de llorar. “Necesitaba escuchar cómo reconocía lo qué me hizo”, destaca. Solo así  cree que puede cerrar página.

Te puede interesar