Los hosteleros ourensanos no se rinden pese a todas las restricciones

La crisis sanitaria golpea duramente al sector hostelero desde su inicio y, pese a ello, hay quien no pierde la esperanza de poder emprender un negocio de éxito vinculado a él. Este es el caso de Orixe, en San Cibrao das Viñas; o de La Zapatería del Abuelo, en pleno Casco Vello de la ciudad. El camino, lleno de piedras llamadas restricciones por el covid-19, no merma la ilusión de sus dueñas, que abrieron sus establecimientos en 2021. A las puertas del Polígono de San Cibrao, concretamente en Reboredo, el restaurante y bar Orixe comenzó su andadura el pasado 9 de enero. Jesenia González y Alba Caballero recogieron el testigo del anterior gerente del negocio, en el que trabajaban hasta que cerró hace un par de meses. Aguantaron menos de tres semanas, hasta que bajaron la persiana la pasada semana. En el Casco Vello, La Zapatería del Abuelo al fin abrió sus puertas el 14 de enero, tras muchos meses de dificultades. Beatriz Alcalá, una de las mujeres que está al frente de este negocio de la calle de la Paz, tuvo que esperar a la tercera para comenzar a funcionar con su tan preciado negocio. Las restricciones por la pandemia truncaron las veces anteriores, pero no se rinden y se adaptan al servicio para llevar y a domicilio. “Da mucho miedo porque todo lo que tenemos está aquí invertido" La pulpería Orixe echó el cierre hace un par de meses, hasta que Jesenia González y Alba Caballero se pusieron al frente de nuevo. El 2021 comenzó para ellas con la apertura de su negocio y la ilusión que conlleva, pese a las circunstancias adversas. "Nos arriesgamos porque tenemos fe en que va salir bien", afirma González. Con los mejores deseos se encontraron con unas restricciones que las obligaron a cesar su actividad hasta su fin en un par de semanas. "El dueño del local no dio la facilidad de que, si teníamos que cerrar, no nos cobraba el alquiler y nos arriesgamos", confiesa Caballero. González tuvo que tirar de su socia, porque las dudas siempre estuvieron ahí. "Da mucho miedo porque las dos hemos metido aquí nuestro paro, todo por lo que hemos trabajado", cuenta. Por suerte, la positividad no les falta y la respuesta de los clientes en las primera semanas que funcionaron aún más a continuar esta aventura: "Sabemos que está difícil, pero aquí estamos para intentarlo", afirma. Con la experiencia previa del anterior dueño, que intentó el servicio para llevar, prefirieron echar el cierre. "Cuando nos dejen volver, lo haremos con todas las ganas porque tenemos mucha fe", reconoce Caballero. “Estábamos listos para abrir, el covid no iba a poder con nosotros" Una odisea fue lo que vivió Beatriz Alcalá y sus acompañantes en esta aventura, para poder abrir al fin La Zapatería del Abuelo. Cuando la licencia de obra llegó el 12 de marzo, Alcalá nunca pensó que todo se volvería tan complicado. "La obra se fue dilatando en el tiempo porque era imposible conseguir los material porque el mundo se había parado", reconoce. A pesar de este gran escollo, continuaron con la idea. Lo que sí tenían claro es que "el covid no iba a poder con nosotros". Precisaron tres intentos para hacerlo realidad, pero las restricciones lo evitaron en las dos ocasiones anteriores. En esta última, ya nada los frenaba. "Ya sabíamos que empezábamos en un clima complicado", explica. Casi dos semanas después, se adaptaron a las actuales restricciones con atención solo para llevar y a domicilio, un servicio que prepararon a contrarreloj. "Cuando mejore, tendremos más bagaje y los clientes nos conocerán", afirma.