ICC WEEK

Javier Liñan: “La gente no conoce todo el trabajo que hay detrás de la música, y no le da valor"

LIÑAN
photo_camera Javier Liñan, director general de El Volcán.

El miércoles participará, dentro de la ICC Week, en la mesa de debate sobre "El futuro de las música en las plataformas digitales".

Su primer fichaje fueron Los Planetas y, tras un largo recorrido profesional, y después de 10 años en Virgin España, decidió cambiar de rumbo y apostar por un sello independiente en el que ha contado, entre otros artistas, con Estrella y Enrique Morente, Zenet, Bebe o Josele Santiago. El miércoles participará, dentro de la ICC Week, en la mesa de debate sobre "El futuro de las música en las plataformas digitales".

¿Hay que ser emprendedor, loco o romántico para atreverse con un sello independiente? 

Un loco y un romántico. Hoy en día, con este negocio en constante transformación y teniendo claro que los discos no dan para vivir, teniendo que reinventarnos constantemente, creo que hay que estar un poco mal de la cabeza como lo estoy yo. En este negocio se ha ganado mucho dinero en el pasado y generaba empleos, pero se ha ido todo al garete. Hoy en día, el que se mete a trabajar aquí tiene que ser por pasión y porque le gusta, no por dinero. 

En este decaimiento del negocio, ¿han influido las plataformas digitales, la piratería...?

Es un negocio, como muchos otros, susceptible de la digitalización, como sucede con los periódicos o las películas. Está en constante transformación. Así que la culpa no se le puede echar a nadie. Yo supongo que poco a poco, según vayan pasando los años y la Ley de propiedad intelectual y los gobiernos vayan regulando bien todo lo que está pasando en internet y cómo la gente consume las cosas que creamos, los que creamos veremos cómo el trabajo revierte en nuestros bolsillos. Hoy en día los únicos que ganan dinero son Google y las telefónicas, no los que estamos creando. La propiedad intelectual no está bien regulada hoy en día,  no cobramos lo que tendríamos que cobrar.

¿Hay esperanza?

Se va cambiando. La gente se está acostumbrando, poco a poco, a pagar por determinados contenidos en internet, aunque esto también varía según el país. Los ingresos digitales que estoy obteniendo a nivel discográfico van creciendo todos los años un poco. Al principio la gente se descargaba todo gratis y ahora el streaming se está convirtiendo en una manera de consumo que parece que ha llegado para quedarse, aunque sigue siendo muy necesaria una buena regulación. El consumo y los hábitos van delante de las leyes.

En el consumo no legal de la música, ¿influyó la percepción de que las multinacionales ganaban demasiado a costa del cliente?

Hubo un momento en que en este negocio se ganaba mucho dinero y el precio de los discos, para lo que suponía el coste, quizás era demasiado grande. Por eso, hace 12 o 13 años había seis multinacionales grandes y muchísimas compañías pequeñas, y ahora quedan tres multinacionales con las plantillas más reducidas. Se ganaba mucho dinero, pero aún así, nunca logré entender por qué la gente tenía esa percepción, luego cada país tiene su idiosincrasia. En Suecia todo el mundo paga por el servicio de streaming, pero en el bar al que voy de cañas escucho el spotify con publicidad. La gente, en general, no es consciente del trabajo que hay detrás de la música y no le da valor.

¿Se ha abusado de la gratuidad?

Desde luego. La gente cree que las cosas deben ser gratis, y nada puede serlo, y en las cosas que no son palpables, se entiende menos. Saben que un jamón no puede ser gratis, pero no que haya que pagar por una canción. Estamos viviendo un momento histórico importante en la manera de comunicarnos, de consumir cultura. Todo está cambiando tan rápidamente que es difícil vaticinar hacia dónde vamos.

Los festivales, ¿son una buena inversión para una ciudad?

Sí, y creo que la gente en España lo está entendiendo. Hay muchos festivales que están prosperando y ciudades que casi ni existían, de pronto se han colocado en el mapa. Sin duda, son un motor económico para la ciudad, otra historia es a nivel artístico. Esos grandes festivales están esponsorizados y la gente va a ellos como si fuera a un parque temático. No puedes ver 20 conciertos al día disfrutando de la misma manera. Los festivales dañan el engranaje de los circuitos de invierno y de salas. Es un poco delicado.

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