El matrimonio eclesiástico ya no está de moda. Es más, solo uno de cada diez pasó por el altar el último año. Claro que esta tipología de unión no está disponible para todos los públicos: las personas que ya hayan estado casadas por el mismo sacramento o los que deseen casarse con una persona de su mismo sexo quedan excluidos.
¿A qué se debe esta tendencia? ¿Por qué cada vez menos gente elige la Iglesia?
El descenso de matrimonios canónicos se nota desde hace años y, sobre todo, se agudizó con el coronavirus. Esta disminución puede deberse a que no hay interés en el sacramento del matrimonio por falta de fe o quizá porque ya han estado casados por la Iglesia.
¿Dónde más se nota la falta de fe?
No solo desciende el número de matrimonios, sino también de bautizos. Hay una evidente falta de relevo generacional en nuestras parroquias. Quedan grupos pequeños que tratan de mantener la práctica religiosa, pero son una minoría.
¿Es muy difícil conseguir una nulidad? ¿Qué razones se pueden alegar?
Conseguir una nulidad no es necesariamente complicado. Se contempla por varias causas. La mayoría por lo llamado el “grave defecto de discreción de juicio” o la inmadurez de la persona, la incapacidad para cumplir para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio, por ejemplo, por causas de naturaleza psíquica. El derecho canónico evoluciona con el tiempo, de todas formas. La última reforma es del Papa Francisco.
No todo el mundo es bienvenido a dar el sí quiero en la iglesia. ¿Quién no puede casarse de esta forma? ¿Por qué?
Las personas que ya se hayan casado por la Iglesia previamente no pueden volver a hacerlo, el sacramento del matrimonio solo se recibe una vez. Evidentemente, también quedan fuera personas del mismo sexo. El matrimonio canónico no contempla esta unión, es algo que se rige por la ley natural que establece que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer.
