Alumnos del IES de Celanova participaron en una jornada para acercar la Justicia a los ciudadanos

Los jóvenes descubren en el Pazo de Xustiza unos juicios diferentes a los de las películas

Los alumnos, sentados en la sala del Juzgado de lo Penal número 2. (Foto: Xesús Fariñas)
Aunque cualquiera puede asistir a un juicio cuando quiera -excepto si es a puerta cerrada-, el Pazo de Xustiza vivió ayer una jornada de puertas abiertas. Alumnos del IES de Celanova recorrieron el edificio y asistieron a varias vistas.
Ni abogados paseando delante del juez mientras realizan su alegato final, ni golpe de mazo sobre la mesa para dar por terminado el juicio. Lo que vieron los 33 alumnos del instituto de FP de Celanova que participaron en las jornadas de puertas abiertas del Pazo de Xustiza fue muy diferente a lo que se ve en las películas. ‘Foi moi interesante, non esperaba que foran así’, comentaba Andrés Ferreira tras asistir por primera vez en su vida un juicio.

La visita de los alumnos formaba parte de una iniciativa que organiza el Tribunal Superior de Xustiza anualmente -la era la cuarta vez- y en la que, además de asistir a juicios -aunque las vistas siempre son públicas-, los ciudadanos podían ver la exposición del Consejo General del Poder Judicial ‘La Justicia es cosa de todos’.

El presidente de la Audiencia, Fernando Alañón, recibió a los alumnos y después, el juez del Juzgado de lo Penal número 2 de Ourense, Javier Bobillo, les explicó cómo se desarrollaban los juicios y la temática de los que iban a ver. Los jóvenes quisieron saber por qué el juez, la fiscal y los abogados llevan toga y por qué en algunos juicios había dos personas sentadas en la acusación (fiscal y acusación particular). A muchos les extrañó, según dijeron después, ‘o biombo que poñen para que os acusados non vexan ós testigos’. Otros, en cambio, destacaron ‘la seriedad en la forma de dirigirse al juez’.

Los alumnos asistieron a juicios por un delito de tráfico, a un acuerdo entre la fiscal y la defensa en un caso de incendio forestal y a uno por lesiones en una discoteca. Con mucho interés siguieron los juicios, intentando discernir si lo qué era verdad en lo que declaraban unos y otros, lo que en cierto modo es la labor de un juez. A unos les convenció más la fiscal, a otros las defensas, pero lo que a buen seguro todos llevaban más o menos claro tras su recorrido por el Pazo de Xustiza es que ‘espero non me ver aquí nunca como culpable’.

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