50 años de “cosas de orense"

Una joya de piedra, luz y niebla

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photo_camera Cuevillas, con su inseparable pajarita, en la que transcurrió casi toda su vida.
Hace mañana 50 años (1969) se presentaba en Ourense la edición del libro “Cosas de Orense”, del que era autor don Florentino López Cuevillas, fallecido diez años atrás. El libro contenía los artículos publicados con ese título en La Región en los años cincuenta. Hoy conmemoramos esa fecha recordando a don Florentino, buen escritor y considerado como el padre de la arqueología moderna gallega.

De los artículos de Cuevillas en La Región, escribió don Ramón: “Con los artículos y ensayos orensanos de Cuevillas podría formarse un admirable libro que empieza en la niñez y termina en la última mirada de Cuevillas a la fuente de la Plaza del Hierro, a los árboles de Las Mercedes. Cada artículo suyo revelaba profundas experiencias… Era su Orense como una joya de piedra luz y niebla encendida según los rayos de la cultura, y también una ciudad llevada en el fondo del alma. En sus prosas gallegas, las pequeñas cosas y momentos aislados por el amor adquieren trascendental significación”. 

Como a la mayoría de los intelectuales de su tiempo, a Cuevillas le gustaba publicar en los periódicos. Lo hizo en el Diario de Pontevedra, en El Miño y, por supuesto, en la revista Nós. Los publicados en La Region fueron los últimos. Los escribía a mano y su hija Milagros los pasaba a máquina. Según ella recuerda, cobraba 300 pesetas por diez artículos al mes. 


Al detalle


- Se publica en 1969, 10 años después de la muerte de Cuevillas.

- Lo edita el Ayuntamiento siendo alcalde David Ferrer.

- Se imprime en la imprenta de  La Región. 

- La tirada fue de 2.000 ejemplares, 500 de ellos numerados y encuadernados en piel.

- Don Ramón Otero Pedrayo fue el autor del prólogo. 

- Incluye varias fotos del fotógrafo de La Región Enrique Reza, de rincones de la ciudad relacionadas con Cuevillas. 

- Virxilio se ocupó de las ilustraciones. 

- Don Joaquín Lorenzo colaboró en la edición. 

- El libro contiene 168 artículos de don Florentino publicados en los años 50 en La Región con el título de: “Cosas de Orense”. 


Los títulos de don florentino


Licenciado en Farmacia. Jefe Superior de Administración del Ministerio de Hacienda. Miembro del Seminario de Estudios Gallegos, de la Academia Gallega, del Instituto  “Padre Sarmiento” de Estudios Gallegos, de la Academia de la Historia, de la Sociedad Española de Historia de la Farmacia, de la Sociedad Española de Estudios Clásicos. Presidente de la Comisión de Monumentos de Orense, colaborador del Museo Arqueológico, delegado provincial del Patrimonio Artístico Nacional, comisario provincial de Excavaciones Arqueológicas. Miembro de la Sociedad Portuguesa de Antropología y Etnología, de la Asociación de Arqueólogos Portugueses , del Instituto Internacional de Antropología y del Archaologisches Institut des Deutschen Reiches.


El hombre sabio que además fue dandy


Don Florentino López Cuevillas (1886-1958) -don Floro, así le llamaban sus amigos- nació en lo que en su tiempo se consideraba “una buena familia”. Estudiante en el  viejo y acreditado Instituto, tenía 15 años cuando junto con Otero Pedrayo fue elegido para conocer a doña Emilia Pardo Bazán, quien se encontraba en Ourense participando en los Juegos Florales de 1901. Los dos destacados jovencitos quedaron entusiasmados con doña Emilia, quien los recibió en  la Casa Consistorial en donde se alojaba. 

Al año siguiente ingresa en la Facultad de Farmacia, carrera que acaba con 19 años y que nunca ejercería, opositando a Hacienda, cuya Delegación en Ourense había dirigido su padre. En Madrid estudiaría Filosofía y Letras y sería lo más lejos que llegó debido a su poca afición a viajar. Él, Risco, Montes, Fernández Cid, Fernández Mazas y otros formarían parte del grupo de intelectuales modernos y seguidores del "Dandismo". Con buena presencia, simpático, cultísimo, vestía cuello alto almidonado; más tarde, pajarita, bombín, botines y bastón. Don Ramón Otero Pedrayo, que fue quien más escribió sobre él, lo considera gran lector de novelas y de historia, asiduo a las tertulias que se celebraban en sus propios domicilios (la más famosa era la de la botica de Temes en la Plaza del Hierro) y poco amigo de banquetes y de participar en “las estrepitosas expansiones y derroches de humor”, según Otero. 

Desde su casa de la Plaza del Hierro mantenía correspondencia con arqueólogos de toda Europa que le pedían información y consejo, y se mantenía informado de lo que ocurría en el mundo. En su magnífico artículo titulado “Dos nosos tempos”, publicado en el número 1 de la revista Nós, Cuevillas describe magistralmente el ambiente de los intelectuales orensanos en la Europa de los primeros años del siglo XX, llenos de curiosidad por todo lo bueno y lo malo que se estaba produciendo en el continente. 
Casado con la celanovense Milagros Rodríguez, a la que conoció en el Chalet Losada y de la que enviudó a los 65 años, tuvo tres hijas de las que viven dos.
Ourense recuerda a Cuevillas con una calle en la ciudad (bastante fea por cierto), un grupo escolar en Velle y un monolito también en Velle. 


Pacífico y humilde


"Mi padre era un persona pacífica, humilde, que solo presumía y estaba orgulloso de que el Instituto Internacional de Arqueología alemán lo nombrara miembro  de la institución", recuerda hoy su hija Milagros, la más pequeña de las tres hijas de don Florentino: Elvira, ya fallecida, Julia y Milagros.

“Era muy religioso, nunca llevaba dinero y cuando lo llevaba era para dárselo al primer pobre que encontraba. Le gustaba el fútbol, que seguía en la radio y participaba en las tertulias que se celebraban en distintas casas. En casa, en donde daba clases de historia y literatura a hijos de sus amigos, totalmente gratis, recibía a arqueólogos extranjeros y españoles. También solía ir a la sede del Partido Galleguista en la calle de Alba (hoy Cardenal Quiroga). Le gustaba vestir bien y le llevábamos los cuellos de la camisa a almidonar a una señora de la Plaza Mayor. Sufrió mucho de reuma y lo pasó muy mal cuando falleció mi madre, Milagros Rodríguez, natural de Celanova, y a la que conoció en el Chalet Losada, cuando él tenía solo 56 años”. Milagros, funcionaria de Hacienda, sería la encargada de pasar a máquina todo lo que su padre escribía, incluidos los artículos que publicaba en La Región. 

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