La Justicia abre sus puertas a ocho ourensanas

Las ocho estudiantes ourensanas posan en el Tribunal Supremo.
photo_camera Las ocho estudiantes ourensanas posan en el Tribunal Supremo.
Estudiantes de Derecho acudieron a Madrid a visitar diferentes órganos judiciales. Sara Rodríguez, una de las alumnas, cree en la reinserción y considera que “la prisión no está solo llena de malas personas, está llena de gente que toma malas decisiones”

La segunda semana de marzo, ocho estudiantes de la Facultad de Derecho de Ourense fueron a Madrid, becadas por la Subdelegación del Gobierno, para visitar diferentes órganos judiciales que se encuentran en la capital. Apadrinadas por el juez ourensano José Luis Castro de Antonio, Lucía Guerreiro, Lidia Docampo, Daniela Machado, Lina Viveros, Paula Álvarez, Sofía Salgado, Sara Rodríguez y Tania Banga acudieron a la Audiencia Nacional, al Tribunal Supremo, al Instituto de Medicina legal, a la Oficina de Víctimas del terrorismo, a un centro penitenciario de menores y también tuvieron la oportunidad de visitar a presos que están en libertad condicional. “Son unas prácticas muy completas que no vemos durante la carrera”, señala Rodríguez.

“A mí la visita me encantó, me fascinó sobre todo el Tribunal Supremo, dentro tenía muchas obras de arte y la Sala de lo Penal, que era roja representando un poco los crímenes”, cuenta Viveros. Por su parte, a Álvarez lo que más le llamó la atención fue el funcionamiento de la Audiencia Nacional, “me permitió adquirir una nueva visión sobre lo que hacen allí que no conocía”. 

 “El tiempo que estuvimos allí nos ayudó a ver el lado humano y las segundas oportunidades que se le proporcionan a las personas y que el Estado les apoya para que cambien”, dice Guerreiro. En este sentido, Rodríguez explica que en la visita “todo giraba en torno a la reinserción porque el máximo tiempo que uno está en la cárcel por un delito ordinario es de 20 años, a poco que seas una persona joven vas a salir, no hay ningún preso que vaya a entrar en la cárcel, tirar la llave y no volver a tener contacto con la sociedad”.  

La mayoría era la primera vez que hablaba con un recluso. “Al principio estaba un poco asustada y en un momento dado se me acercó uno y me comentó su trayectoria, estaba condenado por tráfico de drogas, después me preguntó si me gustaba el pulpo, le dije que era alérgica y me contestó ‘yo no, si me puedes traer un poco…’. Esa conversación me quitó el miedo y me hizo sentirme cómoda”, contó entre risas Viveros. “Fue todo muy agradable”, añade.

Rodríguez explica que no notó mucha diferencia entre hablar con los presos a hablar con otras personas. “La prisión no está solo llena de malas personas, está llena de gente que toma malas decisiones, se debe hacer más hincapié en la reinserción”, explica.

Malas decisiones

En este sentido, señala que “muchas personas consideran que tienen que estar en la cárcel porque lo tienen que pagar; yo no considero eso porque van a volver a salir y si tú lo único que haces durante 20 años es darle palos a una persona, va a salir mucho peor de lo que entró. Yo lo que noté era estar hablando con personas normales que tomaron malas decisiones en su momento, no los veo diferentes a nosotros”. 

Coincide con esta opinión Guerreiro, quien considera que “todos podemos ser delincuentes y no se puede estigmatizar a una persona porque en un momento dado haya tomado una mala decisión”.

La experiencia que han vivido este mes fue para ellas de mucha utilidad, según explican, por lo que recomiendan que el próximo año se apunte la mayor cantidad de estudiantes posibles. “La experiencia práctica te puede brindar mucho más que una clase teórica, es como aplicar todo lo que estudiamos a lo largo de los años, la oportunidad de ir a Madrid y ver todo en primera persona es muy enriquecedor, me ayudó mucho”, confiesa Docampo. 

Para Machado fue “una experiencia inolvidable” y el ver el lado práctico le motivó aún más a ejercer la abogacía. A Salgado la visita le valió para todo lo contrario, “tenía dudas sobre si el derecho penal era la rama que me gustaba o no y tras ir a Madrid descubrí que no era lo mío y por eso la experiencia fue importante”. 

“Considero la visita muy útil, volvería a ir veinte veces, porque tan importante es saber lo que te puede gustar como lo que no, pero tengo claro que no voy a hacer ninguna oposición penitenciaria, me gustó mucho, pero no es para mí”.

Por darles la oportunidad de poder vivir esta experiencia, las ocho estudiantes le dan las gracias al juez Castro y al profesor Manuel Arias.

Te puede interesar