EN OURENSE

La hospitalidad por bandera

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photo_camera César Piña, en su Rincón Telaraña.(BELAY)

El Rincón Telaraña se ha convertido en una parada de referencia para los peregrinos que hacen la ruta Ourense-Cea. A apenas 13 kilómetros de la ciudad, César Piña da charla y vino de casa a quien quiera pasar un rato agradable.

Es una parada obligatoria en la Ruta de la Plata del Camino de Santiago, en la etapa que transcurre entre Ourense y Cea y algunas guías ya lo destacan como punto de referencia. El "Rincón Telaraña", que muchos vecinos definen simplemente como "O Furancho", acumula dedicatorias en chino, inglés, holandés, francés, italano, portugués,.. "Por aquí xa pasou ata xente da Antártida", relata el hospitalero, César Piña. "Eu fálolles en galego a todos, aínda que algo me defendo en inglés", puntualiza.

Está en la pequeña aldea de O Reguengo (Amoeiro) y no es ni un hostal ni un bar. Es un punto de paso en el camino donde Piña ofrece a sus visitantes sus propios productos a cambio de un poco de conversación. El lugar está presidido por telarañas en todos su rincones; no es, precisamente, un sitio muy chic. El mobiliario aguanta desde hace más de cien años, de cuando este "furancho" todavía era una "expendiduría de tabaco".

Su reconversión empezó en 2011, cuando un peregrino, sofocado tras acabar el duro tramo de la Costiña de Canedo, con pendientes de hasta el 19 %, pedía a viva voz un vaso de agua en O Reguengo. Allí, en el bajo de la casa que había sido de sus padrinos, César Piña, "un home de mundo", conductor de autobús jubilado, no dudó en calmar la sed del buen hombre.

Así, poco a poco se fue repitiendo la situación; a veces Piña ofrecía a los caminantes un vino blanco de su cosecha propia, otras veces algo de comer, y lo que comenzó como una ayuda al prójimo se convirtió en un lugar de culto para peregrinos de medio mundo, algo de lo que hacen gala en las guías del Camino en las redes.

"Aínda teño unha carta do 2014 dunha vítima do Alvia que pasou por aquí e deixou escrito que camiñaba para facer xustiza", recuerda un emocionado Piña, en la bodega en la que apenas caben seis personas pero que en cinco años colecciona miles de anécdotas.

Este "amigo dos peregrinos" almacena libros de visitas de cientos de visitantes que han pasado por su rincón, así como cartas y recuerdos que peregrinos de todo el mundo le envían de forma regular. "A min aprécianme, e non só os de fóra, que son moitos, tamén os de aquí, como uns do Irixo que pasaron hai pouco".

El Rincón Telaraña permite a todo el que quiera, no solo los peregrinos, resguardarse de la lluvia, tomar un café de pota o picar algún producto casero, pero, sobre todo, brinda la oportunidad de conocer a gente de todo el mundo y a solo 13 kilómetros de Ourense.

"Veña un viño para o peregrino, que ten sede!". Así recibe a sus visitantes. No cobra por ello, el que quiere le deja su voluntad en un antiguo recipiente para almacenar leche, cierto es que todos lo hacen. "Aquí é todo caseiro, café de pota e o viño que queda da colleita".

ANÉCDOTAS

Ha tenido que pasar por situaciones de todo tipo. Desde dar cobijo a una holandesa que se pasó dándole al blanco, hasta ejercer de "casamenteiro" de una pareja que se conoció, precisamente, entre tinto y tinto en su furancho. ""Coñecéronse aquí picando algo e quedei a cadros cando pouco despois me enviaron a foto de vodas. Foi incrible", afirma.

Aunque la aventura más especial de este extravagante hospitalero sucedió con un visitante argentino que hacía el Camino en 2012 porque su mujer, que había nacido en Argentina, tenía raíces desconocidas en Ourense. Así, destripando el árbol genealógico, saltó el apellido Borrajo, que a Piña le sonaba cercano, tanto como que era el de la familia de su padrino. No le dieron importancia, pero tiempo después Piña descubrió algo especial.

"Atopei unha carta de 1952 da sogra do arxentino, de cando estaba embarazada da muller, a súa Charito, que lle enviara á avoa, que era a veciña de enfrente da miña casa!", relata. "Ao ano seguinte volveu e conteillo, e agora veu coa súa muller, que estaba que estoupaba de alegría". Historias que animan a Piña a seguir regalando hospitalidad, aunque sea a cambio de unas palabras y un par de fotos. 

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