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La lucha por el estado de los ríos funciona en otros lugares

1200px-Gradefes_-_rio_Esla_result
photo_camera El río Órbigo, en León.

Los casos más claro son los del Órbigo, en León, y el Zadorra, en Vitoria

En el problema de la contaminación en los ríos urbanos, Ourense no es una rara avis, ya que es algo común en gran parte de las ciudades españolas con ríos en muchos casos canalizados como el Barbaña. Algunas le han puesto freno. El caso más premiado es el del río Órbigo, cuyo proyecto de mejora del estado ecológico ejecutado entre 2011 y 2012 en varios municipios de León fue considerado por la International River Foundation como uno de los mejores proyectos de restauración fluvial.

Las obras realizadas recuperaron la conectividad transversal y longitudinal del río para mejorar su capacidad de laminación natural, lo que disminuye el riesgo de daños por inundación a la vez que regenera los hábitats fluviales, todo ello bajo criterios de sostenibilidad económica y ambiental. El jurado valoró, además, el "marco de diálogo" con los vecinos afectados, así como el programa de educación ambiental y voluntariado que se llevó a cabo de forma paralela. 

Otro ejemplo se encuentra en la capital vasca, Vitoria, donde cansados de la contaminación del río Zadorra, el Ayuntamiento realizó varios proyectos para hacerle frente y demostrar por qué fue nombrada como Capital Verde. La capital vasca implantó en sus ríos un sistema de detección de contaminantes a principios de siglo. A través de la colocación de arquetas en el sistema de alcantarillado, tanto móviles como fijas, consiguió reducir drásticamente los vertidos, porque permitían localizar la localización casi exacta del vertido. Ahora, hay un proyecto consistente en desviar los ríos para que no lleguen al alcantarillado.  

El río Llobregat, que abastece de agua el área metropolitana, fue fuente constante de conflictos. La concesionaria de agua potable estuvo 40 días sin poder utilizar el caudal del río en 2015, a causa de los vertidos contaminantes. Ahora vuelve a ser azulado. El Colegio de Químicos de Cataluña aseguraba este verano que "actualmente el 85% de sus aguas está en buen estado químico". A pesar de la mala fama histórica del río, la situación se está revirtiendo gracias a diferentes planes de saneamiento que vienen dándose desde 1982. Se instalaron 90 depuradoras en su cauce y el potencial de fauna y flora en la zona del delta, incluso las nutrias han vuelto a sus cauces. La Diputación de Barcelona lanzó recientemente el proyecto "Via Blava" para hacer de este río un "atractivo turístico" con 300 kilómetro de parque fluvial.

Otro de los históricos que se han recuperado es el río Urumea, en San Sebastián, fuente de conflictos por contaminación con plomo en los años 60. La entrada en servicio del "Colector del Urumea", en los 70, no supuso la solución total pero sirvió, al menos, para una fuerte reducción de la contaminación. Hoy, su estado ecológico es "bueno", según la Agencia Vasca del Agua. La vuelta del salmón a sus aguas es el mejor ejemplo. 

Un referente está en el río Manzanares, otrora la cloaca de Madrid. El plan de saneamiento de los 80 permitió que volviera la pesca. Hoy, en su recorrido por la capital tiene un aspecto más natural. La apertura de las compuertas que controlaban el nivel del agua ha poblado de vegetación y de fauna el cauce. Se han creado islas naturales y se ha disparado la población de peces. Al correr el agua y dejar de estar estancada, los malos olores desaparecieron. 

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