Lucía Roncero, MIR en Ourense: “No se valora la responsabilidad que tenemos con la vida de los pacientes”

Lucía Roncero Sánchez (Salamanca,1992) ha dedicado doce años de su vida a formarse como oncóloga. Ella es uno de los 33 facultativos que acaban de terminar la residencia y se enfrentan ahora a un futuro incierto. ¿Por qué decidió hacer la residencia Ourense? Tras el examen, entre los distintos destinos que podía alegir estaba Ourense, que está cerca y hermanado con Salamanca. ¿Cuántos años han sido de formación? La oncología médica son cinco años y he estado feliz, la verdad. En Galicia todo el mundo te acoge muy bien. Ahora se ponen las cosas un poco más difíciles por cuestión del Celga, pero hay que tener un baremo para evaluar quiénes son de la comunidad. Hasta ahora no he tenido ningún problema ni con la atención al paciente ni con mis compañeros de oncología que son los mejores. ¿Y por qué oncología? Porque es una especialidad preciosa, aunque desde fuera se ve terrorífica por el miedo que genera el cáncer. Tener cáncer no significa morirse y permite dar mucha esperanza y acompañar, mucho más que en otras especialidades, a las familias y a los pacientes. Y a mí me gusta mucho dar mimos y cuidar a la gente. Así que me parece que es la oportuna para mí. También tiene momentos duros, está claro, porque lo vemos muy de cerca. Lo vivimos muy de cerca. ¿El momento más duro? La responsabilidad del trabajo. Parece mentira porque lo hacemos a lo largo de los cinco años y se aprende mucho, pero un paciente es una vida y no se valora la responsabilidad que tenemos con la vida de los pacientes en el día a día. En general todos, pero eso es lo que más me ha costado a lo largo de los cinco años, que cada vez ganamos más responsabilidad y yo me preocupo mucho por los pacientes y no quiero hacer las cosas mal. ¿Y el más bonito? Todos; no sé elegir, la verdad. Quizás hoy, porque ha venido mi resi mayor a acompañarme en esta despedida. ¿Es su maestra? Tenemos tutores, que son quienes nos dirigen, y los resis, residentes como nosotros, pero que van por encima y nos van abriendo camino. Nos eligen para irnos guiando un poco durante los cinco años de formación. ¿Alguna anécdota? Uff, nos han pasado tantas cosas, como confundir a pacientes en medio del caos, porque tenemos una sobrecarga asistencial increíble. Y claro, tú vas a visitar a Pepita Pérez y cuando llegas allí resulta que la vecina también se llama Pepita Pérez y no las distinguimos. Todo ha tenido solución y nunca hemos tenido ningún problema. ¿Qué planes tiene? Pues muy buena pregunta. Está todo todavía en el aire. Yo tengo la suerte de que en mi servicio hay una baja por paternidad. Entonces, no sé si se logrará que durante estos próximos meses pueda ocupar esa baja. La verdad es que se presenta un futuro incierto. ¿Se plantea hacer una oposición? Creo que la oposición no podremos sacarla hasta los 40 años porque hasta que ganamos años trabajados, tenemos publicaciones o hacemos másteres no podremos. Después de toda la odisea que nos ha tocado vivir: seis años de carrera, un año de MIR, cinco años de formación especializada, hay que seguir trabajando con contratos temporales hasta que, cuando nos acercamos a los treinta y algo, podemos optar a esa oposición. Cuando estamos recién salidos, optar a la oposición es muy difícil, salvo en atención primaria donde hay un poco más de disponibilidad. ¿Se va a quedar en Galicia? Sí, me tratan muy bien y es mi segundo hogar.