LA TRIBUNA

Luis González Seara In Memoriam

Existe en la provincia de Ourense un topónimo común a dos pueblos de renombre. Corresponde el primero a una localidad, célebre por su histórico poblamiento que, limitada por el Sur con Portugal y por el Este con Zamora, constituye administrativamente un municipio de 93 kilómetros cuadrados: A Mezquita es su nombre y pertenece al partido judicial de Verín. Formó parte, en la romanización, del Conventus Bracarensis (colonia romana con centro en la lusitana Braga), excepto su extremo Noreste, que permaneció en el Conventus Asturicensis (población romana de Astúrica -Astorga-).

Este histórico pueblo fue, confusamente, tenido por algún historiador como cuna de nuestro póstumamente homenajeado Luis González Seara. Mas éste no nació allí, sino en otro lugar ourensano del mismo nombre: una aldea o, como se usa aún en argot administrativo por aquellos pagos, una parroquia: la de San Pedro de A Mezquita, perteneciente al Ayuntamiento de A Merca (de etimología mercar "comprar"), sito este municipio al sur de la ciudad “de As Burgas”, en la carretera que va de ésta a Vilanova dos Infantes. Hoy tiene como ruta paralela una autovía.

Aquí, en 1936, nacía Luis González Seara el 7 de junio. Como cualquier niño hijo de vecino -con el añadido de que era vástago de maestro nacional- hizo los estudios primarios y el bachillerato en tierra ourensana. Trasladado a Madrid, estudió en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la entonces Universidad Central. Obtuvo la Licenciatura en 1953 y, con posterioridad, el grado de doctor con sobresaliente “cum laude”.

Lo que atañe al resto de su vida me permitiría subdividirlo en dos espacios temporales: 1º) desde la terminación de sus años discentes hasta la obtención de la plaza de docente numerario, en grado de catedrático, en 1968, y 2) su actividad subsiguiente, de político activo.

Antes de ese crucial 1968 en que, como catedrático, hubo de desplazarse a la Universidad de Málaga, para ejercer la plaza de numerario, Luis González Seara bien colaboró o bien ejerció cargos administrativos. Así, tras colaborar, ya en tiempos de estudiante, con Manuel Fraga Iribarne, profesor suyo, éste lo nombró jefe de su Secretaría Particular en el Ministerio de Información y Turismo, en 1962. Un año después fue nombrado secretario general del Instituto de Estudios Políticos y también fue director del Instituto de Opinión Pública, creando en éste la "Revista española de opinión pública", bajo su propia dirección. Tras cesar en aquellos cargos, en 1969 pasa a subdirector general de Orientación Pedagógica en el Ministerio de Educación y Ciencia.

Es de suponer, como era frecuente entonces, que poco tiempo debió de estar como docente en Málaga, porque en 1970 se traslada, como catedrático, a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense. Entonces se inicia la segunda de las dos etapas en que he dividido su actividad pública.

En esta segunda etapa -a mi modo de contemplar su vida-, ya afincado definitivamente en la capital, su vida se vio salpicada por múltiples ocupaciones junto a la docencia universitaria. En efecto, fue decano de la Facultad de CC. Políticas y Sociología entre 1971 y 1975. Yo lo conocí aquí en un curso que hice mientras ejercía la docencia en las cercanas facultades de Filología y de Ciencias de la Información de la misma Complutense. Fue, al mismo tiempo, profesor de Opinión Pública en la anterior Escuela Oficial de Periodismo, precedente a la Facultad actual.

En 1976, junto con el inefable Francisco Fernández Ordóñez, intervino en la fundación de la Agrupación Socialdemócrata, así como en la del Partido Socialdemócrata, que luego se integraron, un año después (1977), en la adolfosuarista UCD, en la que yo colaboré hasta el cese de Suárez de presidente del Gobierno. Luis, en el recién mencionado 1977, en las elecciones de junio, salió elegido senador por Ourense. En este mismo 1977, fue nombrado secretario de Estado de Universidades e Investigación;

En las elecciones de marzo de 1979 salió diputado al Congreso por Pontevedra. En abril del mismo 1979, fue designado ministro de Universidades e Investigación, cargo en el que cesó en febrero de 1981. (En estos años de mandamás de Luis, andaba quien está en el uso de la palabra en duras oposiciones).

Y aquí finalizan los datos que he podido recabar de la vida docente y pública de González Seara. Acaso señalar también que anduvo en asuntos en el ámbito profano, respecto de lo académico y oficial. Así, fue fundador y presidente del Consejo de Administración, entre los años 1971-1977, de la sociedad Impulsas, editora de Cambio 16 y del diario del mismo título. Y algo más habrá hecho, que yo ignoro.

Inicio o basamento de su pensamiento socio-político

No es mi misión elucubrar en el ámbito de su labor por desconocedor del dominio de la docencia e investigación que fueron objeto del profesor y político a quien estamos homenajeando “hic et nunc”. Y así, me propongo aludir tan sólo a sus libros de texto o de lectura referentes a la materia de la que impartía enseñanza. Fueron estos tres. A saber: en 1968, publicó "Opinión pública y comunicación de Masas" (Barcelona, Ariel, 307 páginas); en 1971, apareció al público "La sociología, aventura dialéctica" (Madrid, Tecnos, 368 páginas), con reediciones (1976 y 1983); en fin, de 1975, es "España, en el umbral del cambio" (Madrid, Tecno Cambio. Información y Publicaciones, 353 páginas). Tres títulos ilustrativos del dominio especulativo en el campo de su actividad docente.

Aparte de estos, sí que quiero profundizar por unos instantes en una faceta que da a conocer cuál era su pensamiento social, al margen de los tecnicismos que rezuman aquellos textos universitarios mencionados.

Luis González Seara se dejó enseñar por los grandes pensadores de la Generación del 98. Esto hace conocer por qué senderos iban a transcurrir las preocupaciones y ocupaciones del pensador y político ourensano. Tres fueron los espejos o guías en los que se miró. A saber:

A) Fue Miguel de Unamuno su primer maestro seleccionado. En el temprano 1960, selecciona textos, y los prologa, del pensador vasco con la publicación de "Miguel de Unamuno (Antología)" (Madrid, Doncel). Elige, a sus 24 años, textos unamunianos en torno a estas cuestiones que lo embargaban: 1) carácter español; 2) nación, patria, pueblo; 3) política y gobierno; 4) progreso, revolución y tradición; 5) España y el extranjero y 6) pensamientos varios. La casuística doctrinal que selecciona y recoge es digna de enseñar en la Facultad en estos tiempos. De estas tempranas lecturas del erudito vasco deduce el ourensano que “situados… en el plano general del pensamiento unamuniano, podemos examinar su actitud ante el tema de España, al que dedicó una gran parte de su copiosa producción literaria”. Y añade Seara que “Unamuno va a iniciar con Ganivet ese movimiento de la vida histórica española conocida por Generación de 1898". Comenta, al respecto, esto: “Se ha discutido mucho la homogeneidad, e incluso la existencia, de dicha generación…”

B) También Ángel Ganivet lo atrajo casi en mayor medida. Su trágica muerte pudo impactar, como nos pasó con Larra, a los jóvenes del segundo tercio del siglo XX. En 1965 se publica, por igual, con selección y prólogo de Seara, "Ángel Ganivet (Antología)" (Madrid, Doncel). Los textos seleccionados se enmarcan en estos capítulos: 1) carácter español; 2) nación, patria, pueblo; 3) gobierno y política; 4) progreso, tradición y libertad; 5) política exterior y porvenir de España y 6) pensamientos varios. Se explayó en comentarios Seara. Escribe: “La figura de Ángel Ganivet es una de las más sugestivas de toda la España de la Restauración. A los sesenta y dos años de su trágica muerte en las aguas heladas del Dwina, su obra sigue despertando interés, porque en ella encontramos incitaciones y puntos de vista atractivos… La autenticidad es el concepto que mejor califica al autor del Idearium Español…”. “Ganivet tenía fe en la realidad de su sueño. Y aún más: para él, señar, tanto en política como en cualquier orden de la vida, valía tanto como la vida misma… Cuando su cuerpo se perdió entre las aguas de un río nórdico, allá en Riga, empezó a cobrar todo su verdadero sentido aquello que, poco antes de abandonar el mundo, había dicho en su libro de Granada ("Granada la bella": Si muerte y vida son sueño,/ si todo en el mundo sueña,/yo doy mi vida de hombre/ por soñar, muerto, en la piedra”. (La expresión “soñar… en la piedra” de Ganivet, quiere aludir a la tumba con figuración metonímica -tomando la parte por el todo-. Sabía Seara que, en gallego, el español “estar en la cárcel”, se expresa con estar “na cadea”, que usaba el galleguista Isaac Díaz Pardo en alusión al hecho).

En la Galicia de Luis todo era piedra. Sus catedrales lo son. Incluso sus casas viejas, antes de la moda europea que han venido trayendo sus emigrantes: de “chalés” al estilo alemán o suizo. Seguramente, Luis, en años infantiles, no tuvo luz eléctrica, ni agua corriente, en su pueblo de A Mezquita. De ahí la selección de esos versos ganivetianos. Pero, aun cuando poseía haberes por su trabajo, no mostraba ostentación vana.

C) Toca, por último, referirme a un tercer libro antológico: "Las ideologías y sus aplicaciones en el siglo XX", de varios autores extranjeros, y por él traducido, cuales fueron: Wladimir Weidle - J. J. Chevallier R. P. Henry Chambre - Ralph Milliband - René Courtin - Jeanne Hersch - Joseph Folliet - Étienne de la Valle Poussin - Maurice Duverger - Raymond Aron. Algunos pertenecieron/pertenecerían al Institut de France, por su prestigio.

Este libro fue publicado en Madrid por el Instituto de Estudios Políticos en 1962, en la “Colección Ideologías Contemporáneas” a cargo de Jesús Fueyo Álvarez. No se le puso prólogo. Entre los puntos tocados, en la línea de lo seleccionado de Unamuno y a Ganivet, resaltaría: a) en torno al concepto de las ideologías; b) el siglo XVIII y el nacimiento de las ideologías; c) teoría y práctica del comunismo, del laborismo, del neoliberalismo y del socialismo; d) ¿a dónde va la democracia cristiana?; e) ¿a dónde van los nacionalismos?, etc. Hay un trabajo, casi actual, de Raymond Aron titulado “La Ideología, base esencial de la acción”, que creo presagiar la ruta que tomaría Luis González Seara a lo largo de la acción desplegada en su dilatada vida.

Te puede interesar