María Jesús Díaz y Zapata, dos pintores coruñeses en la Rúa Paseo

De manchas, masas y trazos va la exposición que trae María Jesús Díaz (n.1957) al Espacio de Arte RV. En esta sencilla expresión descriptiva la pintora pone delante de nosotros, con humildad, una idea que encierra todo su programa. Su recogida y breve muestra del “recuncho” de Roberto Mariño/“Verino” en su tienda de ropa, un recurso para la reactivación de ambos ámbitos, el del comercio y el arte, que se podría extender al mundo de decoración y mobiliario, ambos tan propicios, o el de los libros. La artista coruñesa ofrece un elenco selecto de sus penúltimas obras, de progenie abstracta mas de raíces figurativas, con alusivas huellas; por más que guste de partir de una mancha, colocada como al azar, para ir componiendo, espátula y pincel, principalmente, las composiciones. Como ha reconocido en una entrevista a propósito su exposición “Tentación sonora” de 2019 en la Galería Gerión de la ciudad herculina la música está en el fondo siempre. También en la forma, más está controlada: así en las conscientes composiciones marinas, paisajes del interior, caminos o fragmentos acuosos. En todas estas analogías musicales hay, como denominador común, un deseo de plasmar nubes desde su aparente libertad. Es, en todo caso, “esa efémera delgadez / a dunha sutil e plástica malla de luz”, como expresa Eva Veiga, periodista, actriz, y voz poética, principalmente, con numerosos premios y variados registros. Como los de Díaz, que modula el ojo para matizar el paisaje entrevisto en el que “o corazón contráese e dilata / entre o visible e o invisible”, haciendo así que el fragmento de haga paisaje. Sugerente. RETROSPECTIVA ZAPATA Antonio Pereiras, José Manuel Vázquez, “Casiano”, y José María Núñez han conseguido reunir más de cuarenta obras desde colecciones particulares e institucionales llenando la sala municipal José Ángel Valente para compartir el quehacer plástico pictórico de Manuel Zapata Figueiras, al que apreciaron, compraron, dieron consejo y cobijo en vida. Alguna de sus obras adornó cajas de vino salidas de la casa Santorum, amante entregado como era al néctar de Baco. En Muiños, donde tiene algún mural como el de “a chega dos bois”, donde estuvo desde el corazón generoso de un famoso convecino quien le ayudó a pintarlo incluso, subido al andamio, sabedor de su mal de altura… Aquí le hicieron un homenaje hace diez años, tras su fallecimiento. Nacido en A Coruña, 1956, murió en 2011. Tenía 55 años y me lo cruzaba cada mañana cuando iba a trabajar en la calle del Paseo, frente a aquel Tanco... Tuvo taller en la zona de vinos, e hizo muestras en las principales salas públicas, primero en el llamado Museo Municipal, 2001, dos años después en el Centro Cultural de la Deputación. El goce de la vida, con vino, castañas, mujeres desnudas con instrumentos musicales, pueblan su pintura. Sus gaiteiros de curvilíneas formas, para distinguirlos de los tiesos de la Real Banda de Foxo, como solía decir, se hicieron famosos. Son flashes de una vida entre luces, pintura y vino, penumbras. Lástima de una biografía en el catálogo que dejase constancia de su huella vital y lo acercase a las generaciones que lo desconocen. Ayudaría a documentar su estancia en la costa y O Cebreiro y cimentar su impronta. Cuando paso por San Lázaro aún le veo.