OBRAS

La mejora del Barbaña, la petición más repetida

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photo_camera El Barbaña, a su paso por As Camelias, rodeado de maleza.

La tranquilidad del barrio es muy bien valorada, por encima de las quejas

Demostrado. La tranquilidad es uno de los conceptos más valorados por cualquier vecino. Si a eso se le suman seguridad, limpieza y servicios entonces ya es algo parecido al paraíso. Los que viven en As Camelias no son una excepción. Tampoco a la hora de subrayar que pintan poco y sentirse abandonados por los que mandan, sentimiento unánime independientemente del barrio.

No es desde luego una zona con mucho bullicio, si acaso señoras con bolsas camino de un supermercado que ocupa ahora lo que antaño fue una discoteca after hours. Unos metros más allá, unos obreros arreglan la fachada de un bloque de pisos, ajenos al pensamiento de un trabajador que espera sentado en la grúa el incauto que le haga entrar en acción.

Tranquilo, tranquilo, tranquilo, un barrio tranquilo. Es un mantra que se repite incesantemente, por comerciantes y por vecinos. La ponen en valor desde Óscar Barreal, en su comercio de iluminación, a José Manuel Rodríguez en el suyo de reparación de calzados; también Isauro González en su peluquería o María Teresa Rodríguez en el bar que regenta.

Una caravana está aparcada al final de la calle Ponte Pelamios. No se debe mover mucho, a tenor de las ruedas delanteras, que descansan sobre unos troncos de madera. Cuatro hombres prueban el sonido, alguna verbena espera. Al lado, ropa tendida en la calle le da cierto aire de pueblo a la zona.

Algún filósofo hay

En una pared, una frase de Mario Benedetti, "cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo". O sea, que filósofos en As Camelias también los hay.

No todos son tan conformistas. Eladio Pérez, el presidente de la Asociación de vecinos, tiene una retahíla de peticiones. Desde el mal estado de los parques infantiles (alguno da miedo) al pésimo estado de las orillas del Barbaña, la mortandad de los peces por los vertidos de la depuradora o las aceras de la calle Carriarico, "levantadas todas y con culebras, ratas y cucarachas".

"No hay nada presupuestado aquí, ¿dónde está el dinero?", se pregunta, para concluir con el consabido "estamos abandonados".

Las cacas de perros rara vez faltan en la lista de quejas. Y los animales siempre salen indemnes, la culpa es obviamente de los dueños, de algunos dueños. Hay regalitos por todas partes, mejor mirar lo justo al suelo. Mientras, el cartero coge la moto y sale pitando. 

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