Mucha 'imprudencia delictiva' detrás de los fuegos provocados

Ioan T, el pastor rumano imputado por el incendio forestal que le costó la vida al brigadista Higinio Vivas el pasado martes, no es un incendiario.
No quería quemar el monte. No pretendía que ardieran 470 hectáreas (470 campos de fútbol como el de O Couto). Pero, según recoge la Guardia Civil, su temeridad en forma de imprudencia se alió con la mala suerte. Quemó unos rastrojos, se aseguró de que quedaban apagados y se fue a comer. Lo hizo en un periodo en el que están prohibidas las quemas controladas -desde el día 12 de marzo-, aunque probablemente ni siquiera lo supiera. Pero lo cierto es que su ignorancia no le eximirá de una imputación por incendio (un delito contra la seguridad colectiva) y sus fatídicas consecuencias, una muerte por imprudencia.

Este caso, pero llevado a sus extremos, es representativo de las imprudencias punibles (objeto de condena) que hay detrás de la mayoría de los incendios forestales que se producen en Ourense. La propia Fiscalía de Galicia, en su último informe, recoge que a la quema de rastrojos también habría que unir en esta provincia la de pastos como desencadenante de esa intencionalidad.

Según asegura el capitán y psicólogo de la Policía Judicial de la Guardia Civil José Luis González, 'se trata de personas que en realidad no quieran prender fuego, no son incendiarios. Después de ser puestos a disposición judicial, en la mayoría de los casos, el juez estima que no hay intención de prender y no van a la cárcel', explica el capitán, quien en los últimos cuatro años ha entrevistado en las prisiones a medio centenar de condenados.

Este experto desmiente la leyenda urbana de las motivaciones relacionadas con la venganza, el odio o las rencillas vecinales. 'Es algo que se produce de forma muy marginal', comenta. Por contra, añade que 'la mayoría de las veces incendian sin sentido; no hay una verdadera intencionalidad de quemar el bosque'.


65% INTENCIONADOS

El informe de la fiscalía gallega recoge que el pasado año (entre el 1 de enero al 7 de diciembre) se produjeron 6.816 fuegos forestales -68% intencionados-. Traducido en hectáreas, supusieron 36.521, de las que 22.545 ardieron por la acción del hombre. Hace constar que las investigaciones policiales no detectaron indicios de que hubiera delincuencia organizada o intención de causar daños en infraestructuras. Y sólo de forma aislada, detectó intereses económicos.

En Ourense, hubo 2.617 incendios en montes, de los que un 65% (1.723) fueron intencionados.

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