Muertos hallados en raras circunstancias

Dos de los vecinos de Caldas de Partovia. (Foto: Marcos Atrio)
La provincia de Ourense cuenta con un amplio historial de extrañas muertes violentas.
Algunas están aún pendientes de ser juzgadas. Otras, pasados los años, la investigación no ha conseguido resolverlas. Es el caso de Marina Boo, la mujer de 38 años hallada muerta en 2004 y quemada detrás de la vieja cárcel de la ciudad, en la calle Progreso. La víctima era conocida en ambientes marginales. El cadáver, parcialmente desnudo y con quemaduras en todo el cuerpo, fue descubierto casualmente por un conductor. La Policía Nacional, que, en un principio, barajó entre las causas de su muerte las de etiología no violenta, tuvo un sospechoso, visto con la mujer poco antes de su muerte, pero no recabó pruebas contra él.

No menos insólito es el caso de la mujer de 39 años que apareció quemada en abril de 2007 en O Rodicio (Xunqueira de Espadañedo). De este crimen está acusado David Ferrón. El cuerpo apareció carbonizado en las inmediaciones de un parque eólico. La fiscal que calificó el caso solicita para él una pena de prisión de 14 años. El acusado negó siempre haber sido el responsable de la muerte de Francelina R.A., aunque reconoció haber trasladado su cuerpo a O Rodicio, y prendido fuego después. El 28 de abril de 2007 se producía un tétrico hallazgo dentro de un bidón. Un vecino de Montederramo, que paseaba por el lugar con su perro, advirtió que dentro de un bidón había un cráneo, varias vértebras, un fémur y numerosas costillas. Todo carbonizado. Las pesquisas se prolongaron varios meses. Primero se determinó la identidad de la víctima, luego se dictaminó desde instancias forenses que la mujer murió siete días antes de que ardiese su cadáver. En el mes de septiembre se produjo la primera detención: David Ferrón Rodríguez. Su juicio está previsto para el mes de enero.

El 24 de noviembre del 2009, un vecino de Castro de Escuadro (Maceda), Felesindo G.S., de 64 años, aparecía muerto en un finca suya en los alrededores del pueblo. Al lado del cadáver había una botella de vino, pero los vecinos nunca sospecharon que fuera envenenado, todos creían que había muerto de un infarto hasta el pasado 7 de octubre, cuando la Guardia Civil detuvo a un vecino de Verín, natural de Castro de Escuadro, Luis Lamela, de 58 años como presunto autor de la muerte de sexagenario. El arrestado presuntamente envenenó el vino con estricnina, que el fallecido llegó a beber.

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