Antonio Dorado dirige las jornadas 'Justicia cercana, justicia transparente', que ayer comenzaron en el Campus Universitario.
¿Cuál es el objetivo del curso?
Crear un foro de debate entre universitarios sobre temas de comunicación y justicia, en especial los más polémicos, como son el tratamiento de personas más vulnerables o los juicios paralelos. En definitiva, sobre todo lo que tiene que ver con el derecho penal y su repercusión en los ciudadanos.
¿Cómo ha evolucionado la relación entre prensa y justicia?
Cada día hay más transparencia. El Consejo General del Poder Judicial ha apostado por este aspecto porque somos conscientes de que, en la medida en que seamos capaces de transmitir bien lo que hacemos, será más fácil que el periodista lo comunique adecuadamente y el ciudadano nos entienda más. Yo no entiendo hoy una justicia sin transparencia. Tenemos que esforzarnos para que el acceso a los temas judiciales sea mejor.
Pero inevitablemente surgen choques por los intereses propios de cada ámbito.
Sí, porque hablamos de derechos constitucionales como el de la información, la intimidad o la propia imagen. En ellos hay unos claroscuros, unos grises que es complicado delimitar bien. Desde luego, el debate sigue abierto y hay que saber en qué punto comienza un deber, acaba otro y dónde colisionan. ¿Qué tiene que prevalecer: el derecho a la información o el derecho a la imagen? Ambos son ponderados al mismo nivel.
¿Cree que los medios de comunicación están obrando como debieran en la forma en que actualmente cubren los procesos?
Cada uno tiene su opinión pero yo creo que se está dando información que el ciudadano tiene derecho a conocer. El problema está en los límites y en el tratamiento adecuado. Debemos ser conscientes de que los tiempos de la justicia no corresponden nunca con los tiempos de la información. Evidentemente, el ciudadano tiene derecho a saber qué está pasando pero muchas veces, por la forma en la que se da la información, parece que es el final de un caso cuando en realidad sólo está comenzando.
Uno de los temas que tratan las jornadas son los juicios paralelos. Ante casos tan mediáticos como los que vemos cada día en las noticias, ¿están ya condenados por la opinión pública sus protagonistas?
Eso es complicado porque el ciudadano se hace una imagen de un proceso con la información que le llega. Asistimos al -a veces no muy edificante- tratamiento de la información, que hace que la sociedad extraiga conclusiones antes del proceso judicial y, como digo, los tiempos son distintos.
Crear un foro de debate entre universitarios sobre temas de comunicación y justicia, en especial los más polémicos, como son el tratamiento de personas más vulnerables o los juicios paralelos. En definitiva, sobre todo lo que tiene que ver con el derecho penal y su repercusión en los ciudadanos.
¿Cómo ha evolucionado la relación entre prensa y justicia?
Cada día hay más transparencia. El Consejo General del Poder Judicial ha apostado por este aspecto porque somos conscientes de que, en la medida en que seamos capaces de transmitir bien lo que hacemos, será más fácil que el periodista lo comunique adecuadamente y el ciudadano nos entienda más. Yo no entiendo hoy una justicia sin transparencia. Tenemos que esforzarnos para que el acceso a los temas judiciales sea mejor.
Pero inevitablemente surgen choques por los intereses propios de cada ámbito.
Sí, porque hablamos de derechos constitucionales como el de la información, la intimidad o la propia imagen. En ellos hay unos claroscuros, unos grises que es complicado delimitar bien. Desde luego, el debate sigue abierto y hay que saber en qué punto comienza un deber, acaba otro y dónde colisionan. ¿Qué tiene que prevalecer: el derecho a la información o el derecho a la imagen? Ambos son ponderados al mismo nivel.
¿Cree que los medios de comunicación están obrando como debieran en la forma en que actualmente cubren los procesos?
Cada uno tiene su opinión pero yo creo que se está dando información que el ciudadano tiene derecho a conocer. El problema está en los límites y en el tratamiento adecuado. Debemos ser conscientes de que los tiempos de la justicia no corresponden nunca con los tiempos de la información. Evidentemente, el ciudadano tiene derecho a saber qué está pasando pero muchas veces, por la forma en la que se da la información, parece que es el final de un caso cuando en realidad sólo está comenzando.
Uno de los temas que tratan las jornadas son los juicios paralelos. Ante casos tan mediáticos como los que vemos cada día en las noticias, ¿están ya condenados por la opinión pública sus protagonistas?
Eso es complicado porque el ciudadano se hace una imagen de un proceso con la información que le llega. Asistimos al -a veces no muy edificante- tratamiento de la información, que hace que la sociedad extraiga conclusiones antes del proceso judicial y, como digo, los tiempos son distintos.
