En tres años aumentó un 18% el uso de antidepresivos y en 2007 se agotaron 2.829.319 envases

No soporto la cruda realidad, doctor

El consumo de antidepresivos y ansiolíticos entre la población de Ourense sigue una marcha ascendente desde hace algunos años. Según los expertos, se debe a la menor tolerancia que mostramos ante las adversidades y las frustraciones. José Paz Algunos de los medicamentos prescritos para procesos depresivos.
No soportamos la realidad cuando no nos sonríe. Occidente ha educado a sus ciudadanos en la búsqueda del placer, las delicias, el chollo, pero ha descuidado la pedagogía en el amargor, el fracaso. El día tonto. ‘Fallamos en instruir a los jóvenes en la frustración’, advierte Francisco Moreno Tovar, psiquiatra de la Unidad de Salud Mental de A Ponte. ‘Se me ha roto una uña, ¡qué horror!’, ironiza. En lugar de afrontar los problemas se tiende a afrontar el frasco de las pastillas para no acudir descubiertos a la cita con aquellos. Entre 2004 y 2007, último año con datos, los ourensanos incrementaron un 18% el consumo de antidepresivos, según fuentes del Sergas. Pasaron de agotar 2.346.835 envases, a gastar 2.829.319.

Igor Stravinsky contaba que su padre, un conocido bajo ruso, murió cantando. Sus últimas palabras fueron: ‘¡Qué bien me siento! ¡Pero qué bien me siento!’ Acción seguida, entre grandes dolores, expiró. Aquellos debían ser otros tiempos. Porque hoy, con esperanzas de vida impensables en los tiempos de Stravinsky padre, ‘la incidencia de pacientes con problemas de la salud mental va del 25% al 30%, según publicaciones de referencia’, subraya Raimundo Gulín, especialista en medicina de familia en el Centro Valle Inclán. No siendo una gran noticia, conforta, porque lo que viene es peor. ‘Los datos apuntan a que esta incidencia se va a incrementar’.

Psiquiatrización de la vida

La realidad nos crea disconformidad que se traduce en angustia, depresión, necesidad de tratamiento. ‘Asistimos a una psiquiatrización de la vida cotidiana’, afirma Moreno Tovar. Hace 60 años Ernest Hemingway decía que había conocido la angustia y el dolor, pero que nunca había estado triste una mañana. También eran otros tiempos. Ahora puede llegar a la consulta ‘una mujer llorosa porque han talado el árbol de su infancia. Se puede estar molesta pero eso no puede ser una enfermedad’.

Las enfermedades mentales siguen representando un porcentaje similar al de siempre. Pero algo está cambiando; o ya cambió. ‘La queja psiquiátrica se ha disparado’, según Tovar.

Una ansiedad natural

La ansiedad forma parte de la vida. ‘Ese somalí, en posición de cazar un león para alimentarse, está con cierto nivel de ansiedad por si el animal lo ataca. Ahora bien, seguro que no toma ningún ansiolítico. Ni acude a una consulta. Porque la posibilidad de que exista una escucha, alguien a quien relatar la disconformidad que generan determinadas situaciones, ya provoca que aparezcan más consultas.

Futbolistas hundidos porque no les salen los regates; músicos tristes porque hubo abucheos en un concierto, e incluso artistas atrapados en la zozobra de un éxito demasiado fulgurante, constituyen un paroxismo, pero también devienen en un espejo.

Por supuesto, existen pacientes necesitados realmente de tratamiento. Al fin y al cabo, Hemingway, que no estaba triste nunca una mañana, acabó pegándose un tiro con una escopeta. Si bien el gran Borges defendía que se suicidó el día en que, por fin, se dio cuenta que era un mal escritor.

LOS FÁRMACOS

’El Citalopram barre hoy el mercado’ Entre los principios más conocidos se encuentran la Paroxetina (conocida por su marca comercial, Seroxat) o el Citalopram, que ‘en la actualidad barre el mercado’, según Francisco Moreno Tovar. También últimamente se trabaja mucho con el Excitalopram, ‘una variante muy efectiva, y que es hoy algo así como el último modelo, como el Ferrari de los antidepresivos’, añade.

Mantiene su posición dominante la Clomipramina, a pesar de ser uno de los primeros fármacos. ‘Es la segunda opción, cuando fallan los primeros, pues resulta todavía muy efectivo’.

Cuando el tratamiento es para varios miembros de la familia

Un paciente común es aquel que se acerca a los 40 años y supera los 50. En esa franja de edad se concentran, según los estudios, ‘los mayores consumidores de antidepresivos y ansiolíticos. Ciertamente existe una amplia variabilidad, y a veces llama a la puerta un joven al que un desengaño amoroso lo ha llevado a un gesto autolítico’, asegura Tovar. También son un grupo de riesgo aquellos mayores solos o con poco soporte familiar.

‘No hay un único detonante, sino una causalidad multifactorial’, enfatiza Gulín. Problemas laborales, conflictos afectivos, familiares o de pareja son cada vez más comunes ‘cuando la capacidad de respuesta se ve sobrepasada’. Incluso cada vez resulta más habitual llamar a la puerta de la consulta y que entren no uno, sino dos miembros del clan familiar. En algunas historias, cuando hay un familiares con problemas, a veces éstos se repiten en otros parientes.

El tiempo de consumo, según Tovar, es variable. En ocasiones, un problema de pareja, o un conflicto laboral, descubre un verdadero paciente. La mayoría no lo son, pero algunos tratamientos los sacan a la luz. Un tratamiento medio se prolonga 6 o 7 meses.





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