El número de armas ha caído un 33% en los últimos cinco años en Ourense

En la provincia hay 31.170 armas de fuego localizadas y registradas oficialmente. Seis de cada cien ourensanos (18.000 personas) tienen permiso y disponibilidad para usarlas. Sin embargo, el número de escopetas, rifles y pistolas de cañón corto ha ido descendiendo en los últimos años: antes de la pandemia estaban registradas cerca de 4.000 más y hace cinco años eran 46.000. Si bien más del 80% de las licencias se solicitan para la caza, hay otras tres posibilidades por las que una persona puede llegar a disponer de un arma. La segunda más habitual es la práctica de tiro -para la que hay que estar federado- y, por otra parte, están las armas cortas de defensa, que se permiten a profesionales que las podrían llegar a necesitar por estar viviendo una situación de riesgo especial. El jefe de la Unidad de Intervención de Armas de la Guardia Civil de Ourense, Pablo Medela, explica que “casi cualquier profesional podría tenerlas pero tiene que ser por un motivo de peso que lo esté poniendo en peligro. Además, debe acreditar que sabe disparar”. Por último, también poseen armas en casa los coleccionistas. En la provincia hay 30 personas que comparten esta afición y, al igual que cazadores y deportistas, son fiscalizados por la Guardia Civil y deben “pasar revista”. ¿Una cifra peligrosa? El tiroteo de la calle Serrano, en Madrid, en el que el conde de Atarés, Fernando González, asesinó a su mujer, a una amiga de esta y luego se suicidó, es un caso aislado y difícil de reproducir en Ourense. El control que se ejerce desde la Guardia Civil es “restrictivo y riguroso”, define Medela. Sin embargo, reconoce que “el uso que pueda hacer una persona enajenada en un momento dado es impredecible, aunque poco factible”. El homicida de Madrid no tenía licencia para armas y aun así poseía un pequeño arsenal en su vivienda: tenía una decena de pistolas cortas -algunas con silenciador, prohibido en España-, rifles largos y varias espadas y dagas. Además, había sido detenido por violencia de género en 2018. Medela explica que “los antecedentes penales son una razón para no otorgar un permiso de armas” y “solo el hecho de estar involucrado en un hecho delictivo, con independencia de que haya condena penal o no, suele pesar en la ponderación para decidir si se le puede dar un arma a una persona”, añade del guardia civil. Además, existe otro grupo en el cuerpo armado que persigue la presencia de armamento ilegal que habitualmente detectan cuando hay un suceso o mediante operaciones específicas contra el tráfico ilícito. Este conjunto de armas ocultas se consiguen en el mercado negro, son sustraídas o transformadas a partir de otras piezas. También llegan ilegalmente de otros países. ¿Quién tiene armas? El perfil de las personas armadas en la provincia varió en los últimos años. Aunque la mayoría siguen siendo hombres, en la Comandancia señalan que aumentó considerablemente el número de mujeres que solicitan una licencia. Medela relata que en la Comandancia les llamó la atención “las solicitudes que nos llegaron de mujeres que habían terminado el grado de Derecho y a las que les puntuaba tener licencia para sumar puntos en las oposiciones”. En cuanto a la edad, aunque numerosos cazadores conservan su arsenal -porque renuevan cada cinco años sus permisos-, “casi todos los usuarios son jóvenes”, explica. Para obtener una licencia de armas, en primer lugar hay que justificar las razones por las que se desea ser poseedor. Tras ello, los requirentes acceden a un examen psicotécnico y, si lo pasan, se presentan a un test de 20 preguntas en el que les encuestan sobre la normativa. Por último, está la prueba física en la que deben demostrar que saben cómo montar, desmontar y disparar con el arma. Estos permisos hay que renovarlos cada lustro, salvo si llega un informe sanitario con patologías que no se habían detectado en un principio. Con una edad superior a 70 años, se controla cada tres.