Obituario

Obituario | Belén Rodríguez Novo, recuerdos dulces de A Ponte

Belén Rodríguez, en una imagen de archivo. (Foto: Gonzalo Belay)
photo_camera Belén Rodríguez, en una imagen de archivo. (Foto: Gonzalo Belay)
Su carácter se va a echar de menos en A Ponte; su dulzura entrañable fue mucho más que la de sus pasteles.

Sin lugar a dudas sus deliciosas confituras endulzaron el paladar de los pontinos con pasteles y tartas únicos. Pero eso, de lo que disfrutamos todos los del barrio, iba a decir que era lo de menos. Belén Rodríguez Novo era mucho más. Su carácter se va a echar de menos en A Ponte. Su dulzura entrañable fue mucho más que la de sus pasteles.

Toda su vida dedicada a las dulzuras desde la fábrica de caramelos de su familia en la Calle del Cuartel hasta su nueva sede en el centro del barrio. Ella era el alma de un negocio, una pastelería, que forma parte de la historia pontina del siglo XX y XXI para todos los vecinos que nos preciábamos de su amistad.

Endulzó el barrio con sus inigualables dulzuras pero sobre todo con su irrepetible sonrisa, amabilidad, cercanía y deseo de servicio. Todo esto y más era Belén que para todos nosotros fue “la” Belén.

Tras el mostrador, o allí donde se encontraba, su tónica era la alegre sonrisa deseando complacer a todos. ¡Una gran vecina de A Ponte! nos deja creando un hueco difícil de llenar! Trataba a los clientes como amigos buscando para ellos lo que creía mejor.

Tengo una anécdota con ella que siempre recordábamos. Estaba yo en Vigo en un centro comercial y me la encontré allí. Le dije que andaba buscando un tresillo e inmediatamente me dijo, ven que te ayudo. Y así elegimos entre los dos uno al que le faltaba un sillón pero que ella me convenció de que era el tal para mi, de piel y rebajado precisamente por la falta del tal sillón. Me acompañó largo rato. Era un encanto su compañía.

Los que llevamos décadas fuera de A Ponte, lamentamos cada vez que allí volvemos, la falta de muchos que antaño componían la esencia de la zona. ¡Han ido desapareciendo paulatinamente!

Y ahora Belén nos deja pero siempre quedará en nuestras mentes y sobre todo en nuestros corazones el encanto de esta mujer servicial, amable, cariñosa y, sobre todo dulce y alegre, ¡muy alegre!

Descansa en paz querida Belén y que tus hermanas sepan suplir esta orfandad con el simpar recuerdo de tus inolvidables dotes.

Un abrazo y un beso en tu llegada a ese cielo que, sin duda, te mereces por tu buen hacer aquí en la tierra. Dicen que “Los muertos nunca mueren de todo mientras viven en el corazón de los vivos”. Para nosotros seguirás viva y cercana siempre.

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