Catedrático de Historia Contemporánea

Octavio Ruíz-Manjón: ’La literatura ayuda a entender la historia’

El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid, Octavio Ruiz-Manjón, hablará hoy sobre la II República en el Foro La Región.
’La II República: transfondo político de un debate historiográfico’ es el título de la conferencia que impartirá hoy. ¿A qué hará referencia?

A la idea que se tiene de esta etapa de que es un referente del actual sistema democrático español. Esto es verdad y no lo es. La II República (1931-1936) supuso una ruptura política y el sistema actual surge de un proceso de transición en el que hubo afán de consenso. Sin embargo, es su precedente más inmediato y algunos modelos actuales, como el Estado de las Autonomías, ya se ensayaron entonces. Haré referencia al sentido político que tiene hablar hoy de la II República.

Siempre se ha interesado por la II República. ¿Por qué?

En la tesis doctoral hice un estudio sobre el partido republicano radical de Alejandro Lerroux. Hoy sigo mirando esta etapa, pero con diferente perspectiva. Mi último libro es una biografía de Fernando de los Ríos, un intelectual del PSOE que no representa el socialismo obrerista sino un republicanismo burgués. La II República fue un esfuerzo de instaurar el sistema democrático que no terminó consolidándose. Intento recuperar la memoria de la II República.

¿Es importante para entender el momento político actual?

La historia desde el presente mira y pregunta al pasado. La II República para muchos es la legitimación de muchas posiciones políticas actuales. En algunos casos legitima el sistema actual, pero también marca diferencias con la España de los años 30.

Sin embargo, hay diferentes versiones según el historiador.

Nunca están equivocadas, aunque no son siempre comple tas. Se ha estudiado mucho sobre la II República, pero yo trato de reflexionar sobre las coyunturas. Hoy han cambiado las preguntas que nos hacemos los historiadores. Así, antes era irrelevante el papel de la mujer en aquella época y hoy es muy estudiado. Antes había interés por la historia del movimiento obrero y hoy esto está más difuminado. Aunque nunca deja mos de ser parciales, nos movemos en el plano de la legitimidad de los hechos y las fuentes hay que descubrirlas sin ningún tipo de reservas, hay que dejar hablar a los documentos. No tenemos derecho a manipular las fuentes, sí a cambiar nuestros prejuicios. No hay una verdad objetiva, sino diversas formas de aproximarse a la verdad.

¿La historia es atractiva hoy en día?

Es muy atractiva en el plano científico y en el contacto con el público a través de los libros. Basta ver el éxito que tienen en las librerías, pero siempre que sepamos encontrar el lenguaje para que nos entiendan. La novela histórica no es la vedadera historia, pues es literatura, pero nos puede ayudar a entender el espíritu del pasado. Yo recomiendo, a veces, a mis alumnos literatura de Pérez Galdós, Dickens, Tolstoi o Dostoievski, por la especial penetración que tienen para descubrir el clima de una sociedad, contribuyendo a reconstruir el pasado.

¿Ocurre lo mismo con el cine?

Ambas son técnicas narrativas que ayudan a la historia, aunque el cine es un producto más elaborado y es más difícil sacarle rendimiento histórico, pues tiene un mayor filtro creativo en cuanto al concocimiento del pasado. Pero también lo usamos como apoyo a la docencia.

Como historiador, ¿cómo interpreta la Ley de la Memoria Histórica?

El Estado debe amparar el deseo de algunas personas por conocer episodios del pasado que les toca de manera intensa. Pero hay que evitar que el Gobierno intente dictar ortodoxia interpretativa del mismo y los historiadores estamos advertidos de este peligro.

Te puede interesar