El ángulo inverso

Los ojos de la tormenta

JUEVES, 8 DE JUNIO

Desde que vi aquella noche de septiembre de 1999 actuar en el Latino al ya mítico Milt Jackson, me han fascinado siempre los vibrafonistas. Alguna vez escribí sobre aquel concierto que me conmocionó, pero no está de más que recuerde a aquel hombre que percutía las láminas con tanta elegancia y hechizo. Su foto, que logró Santi Barreiros, luce a la entrada del Café Latino. Creo que es la foto de su vida. La mirada del músico estremece. Me dijo Santi al terminar: “Cuánto me costó. Huía de mi cámara como del diablo, yo lo perseguía. Por fin, en un lapsus conseguí su atención”. Cierto, allí está su alma dolorida.

Al día siguiente, el fotógrafo y yo miramos la foto con devoción. Ahí había un secreto. Cielo santo, lo descubrimos casi un mes después. Aquel concierto del Latino fue el último concierto de su vida. Como los héroes, quiso morir de pie. Falleció veinte días después. Está enterrado en el Cementerio Woodlawn en el Bronx.

Pero en esta ciudad, llena de talentos que parecen esconderse en sus cubiles, tenemos un vibrafonista brillante. Hablo, hermano lector, de Ton Risco. Su concierto, no hace tanto en el Liceo, en que presentó su disco ‘Circum’ a dúo con el guitarrista Marcos Teira, fue conmovedor. Qué extraña pareja, un guitarrista y un vibrafonista.

Sorprende lo que consiguieron con este extraño proyecto. Impecables en su tema ‘Azabache’. En el Liceo, una leve lágrima resbaló entre el público cuando interpretaron el eterno poema ‘Alfonsina y el mar’.  Cuando Ton golpeaba las láminas, se escuchaba el caminar de la poetisa argentina hacia el mar.

(‘Circum’ suena limpio, cálido y emotivo. Los dos lograron eso que su amigo Jorge Pardo llama duende).

VIERNES, 9 DE JUNIO

Me llama con voz pastosa mi contertulio el músico. Lo que no conté de él es que es un fan furibundo de los Beatles. Su ídolo es John Lennon, imagínate su casa, está llena de sus fotos. Tiene la costumbre de saludarme con un viejo verso que escribí en los ochenta: “Se estrellaron en el suelo las redondas gafas del hermano John”.

Pero te cuento, hermano lector. Me citó en nuestro local favorito. Qué jodido, le silvas una canción y, de inmediato, él le pone voz. Es de esa generación que aprendió inglés para entender las canciones. Bueno, pero estoy aquí con él en la barra y me espeta: “¡Sabrás la noticia! Ha aparecido una composición de Lennon del 78”. Le digo: “Pues no tengo información”. Va y me mira despectivo: “Estás un poco carca, ¿cómo es que no sabes que ha aparecido milagrosamente un tema de Lennon? He investigado y hasta sé cómo se titula, ‘Now and then”.

Lo miro y le digo: “Seguro que hay trampa y que es un fraude. Maniobras de la inteligencia artificial”. Casi se enfada mi amigo: “No te enteras, lo anunció Paul McCartney en la BBC Radio 4. La canción estaba grabada en una casete que tenía Yoko Ono. Cuenta Paul que se archivó en aquellos años porque George Harrison ‘la calificó como una maldita basura’, pero yo siempre estuve interesado en ella”.

Mi contertulio no para: “Que sepas que voy a ser de los primeros en tener el libro de fotos de Paul McCartney, ‘Los ojos de la tormenta’. Asómbrate, son sólo fotos del 64 sacadas por él con una máquina Pentax DSLR de 35 mm. No sólo eso, sino que iré a su exposición en Londres”.

Engullo un trago y me meto con él: “¿A Londres? Vaya horterada. Allí sólo hay guardias privados y de seguridad, y españolitos en las barras de los pubs. La magia se fue. Y además, no hay un puto inglés en la ciudad”.

Vaya cabreo que se toma y, como en nuestros tiempos de adolescentes en que unos eran de los Beatles y otros de los Rolling, me espeta: “Ya, ya, tú siempre fuiste de los Rolling, jamás escribieron una canción como ‘Yesterday’”. No me vengo abajo y le suelto aquel estribillo de ‘Simpatía por el diablo’: “Permíteme que me presente / estoy aquí desde hace muchos años / y robé el alma y la fé a muchos hombres / A ti te arrebaté la infancia’. Los Beatles nunca fueron transgresores, parecían tener certificado de buena conducta”.

Se ríe sarcástico mi amigo: “He visto algunas fotos del libro de Paul McCarntney. El libro sólo trae las fotos que sacó McCartney en aquella primera gira por América. De buenos chicos, nada. Se ponían hasta el gorro y cuando llegaron a Miami, fue un desmadre”.

(Mi amigo y yo parecemos dos niñatos de los sesenta defendiendo a muerte a cada uno de los nuestros.

Dice Paul que su libro y su exposición sobre aquel año brutal es un viaje en una montaña rusa. Te eleva hasta el cielo, hay una breve pausa y después, visitas el infierno. Bueno, no íbamos a pegarnos entre nosotros como los rockers y los mods en los sesenta por las calles de Liverpool. Así que, para no enfadarle, te recomiendo ´Los ojos de la tormenta’).

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