REPORTAJE

La ourensanía en tierras catalanas

<p></p>
photo_camera Los dos Antonios, hijo y padre, mantienen en el centro de Barcelona el oficio que llevó el bisabuelo, Joaquín Lama.

En esta jornada de elecciones en Cataluña, recuperamos un reportaje de 2017 en el que se abordan los vínculos socioculturales con Cataluña, una constante desde principios del siglo XX

Había máis guetos na época dos nosos pais, pero nós xa estamos plenamente integrados", dice Conchi Castro, presidenta de la Escuela de Gaitas Toxos e Flores, que cumple 40 años en Barcelona. Esta fue la primera iniciativa que partió de la incubadora de bandas de gaitas de Xosé Lois Foxo, hoy director de la Real Banda de Gaitas de la Diputación de Ourense. En los primeros años, fue el centro donde se realizaban todas las relaciones sociales de los ourensanos. Ahora, todo se ha diluido un poco. "Xa vén xente que non é galega ao centro, e todo está máis aberto", señala Castro.

Foxo llegó en el postfranquismo a Barcelona y rápidamente entabló vínculos con los movimientos estudiantiles catalanes. Con la gaita al hombro, estuvo en primera línea junto a cantautores tan sonados como Lluís Llach, cuando la universidad era un hervidero en las primeras reivindicaciones democráticas.

Nada hacía presagiar en esos momentos que esta unión de culturas, derivaría en una época de desafíos secesionistas entre familias enteras, amigos y que está provocando una fr-actura social importante en Cataluña. "Non faltou nunca un representante da Generalitat nos actos que fixemos coas bandas de gaitas por toda a comunidade", recalca.

Los lazos ourensanos con la comunidad catalana son obvios. Entre finales de los setenta y principios de los ochenta había más de 300.000 nacidos gallegos en Barcelona, la inmensa mayoría provenientes de las provincias de Lugo y Ourense. Esa cifra bajó a los 72.000, según el último censo, pero la ourensanía y la galleguidad sigue instalada en las siguientes generaciones.

Una de las integraciones más desconocidas pero más fructíferas fue la de familias de afiladores. Hubo varias de ellas dedicadas a esta labor durante la segunda mitad del siglo XX. "A maioría fóronse xubilando e sen relevo", indica Manoel Carrete, asesor de Emigración de la Diputación. Pero hay excepciones realmente épicas.

En pleno centro histórico de Barcelona, cerca de Vía Laietana, encontramos una de las sagas ourensanas que se mantiene con más fuerza: los Lama. Se trata de una familia de afiladores asentada en la Ciudad Condal desde antes de la Guerra Civil y que lleva cuatro generaciones manteniendo uno de los oficios más antiguos de de Ourense.

El barallete perdido

Proceden de San Miguel do Campo (Pereiro de Aguiar) y la tradición del bisabuelo Joaquín Lama Fuentefría se mantiene intacta hasta hoy en su tienda. Por la Cuchillería Casa Lama, pasó el abuelo Antonio Lama Cid y ahora se desenvuelven padre e hijo, Antonio Lama Losada y Toni Lama Cruz. "Hasta mi padre se mantuvo el barallete (conocido lenguaje que empleaban los afiladores de la zona de Nogueira)", puntualiza Antonio.

"Mantenemos toda la tradición, no hemos roto con ninguna moda que ha venido durante esos años, nuestra base de negocio sigue siendo el afilado y el arreglo de paraguas, que ya no queda nadie en Barcelona que los arregle", dice con un acento catalán con evidentes influencias ourensanas. Pese a que están plenamente asentados desde hace décadas, saben de dónde son. "En nuestra casa siempre se habló el gallego y he ido todos lo veranos a San Miguel, esto se lleva en la sangre", dice Antonio. Son un ejemplo clásico de la vida emigrante. "Mi padre se marchó a Cuba ya con cuatro años, y mi abuelo está enterrado en La Habana", destaca.

El edificio donde se sitúa Casa Lama es imponente y la fachada "no se ha tocado desde que abrió", dice el hijo, el último de la saga, Toni, también "orgulloso" de sus raíces. En 2016, fueron incluidos en el Catálogo de Patrimonio Arquitectónico, Histórico-Artístico y Paisajístico de los establecimientos emblemáticos de Barcelona.

Te puede interesar