Un ourensano en el laboratorio que repara a heridos de guerra en Ucrania

Manuel Veiga, durante un curso de apoyo vital básico, en el que aprende a hacer torniquetes.
photo_camera Manuel Veiga, durante un curso de apoyo vital básico, en el que aprende a hacer torniquetes.
El ourensano Manuel Veiga, experto en Derecho Internacional, reside en Ucrania asesorando al Superhumans Centre de Leópolis, que produce prótesis biónicas para las víctimas del conflicto

"Damos a los ucranianos una vida de superhéroes. Ellos se lo merecen”. Es el lema del Superhuman Centre, en la ciudad ucraniana de Leópolis. En estos laboratorios se rehabilita a víctimas de la guerra: 3.000 pacientes al año. Son militares y ciudadanos que han perdido algún miembro del cuerpo a causa del conflicto entre Rusia y Ucrania. El centro les permite recuperar su independencia, dentro de lo posible, a través de la tecnología biónica y protésica más puntera del mundo. Manuel Veiga, que se crio en la zona de A Granxa (en la ciudad) y fue al colegio a Concepción Arenal, trabaja codo con codo con los responsables del Superhuman Centre. Es experto en Derecho Internacional y ejerce de asesor en los laboratorios. Su experiencia le permite contactar con las mejores empresas de soluciones protésicas para reparar a las víctimas de la guerra. “Aquí cada día es diferente”, dice al otro lado del teléfono. El centro quiere crecer más: el objetivo es que las prótesis se produzcan muy rápido, tanto como para tratar a más pacientes que los 3.000 que acuden al año.

Hace tiempo que Manuel Veiga dejó Ourense, con apenas 18 años, para formarse y trabajar en países como Alemania, Londres, Estados Unidos, China o Dinamarca. Lleva solo un mes y medio en Ucrania, país de origen de su pareja, Vladyslava Irinieieva. “La conocí en el conflicto, ella es abogada y trabaja para la Unión Europea”. Él ya colaboraba con AGA Ucraína, una asociación gallega que atiende a desplazados por la guerra. “Vi que estaban llegando refugiados, también ver a familias destruidas me influyó. Gradualmente, empecé a involucrarme más y en el último año no paraban de llegarme mensajes de compañeros de voluntariado internacional que me decían que fuese a Ucrania”, señala. Así que decidió hacer las maletas y mudarse a Leópolis.

“Yo estaba involucrado en cuestiones humanitarias y mi pareja conocía a la presidenta de Superhuman Centre. Nos reunimos y le ofrecí hacer algo de voluntariado. Llevo años relacionado con temas de tecnología avanzada, conozco empresas que podrían colaborar para la producción de prótesis”, explica Veiga sobre su implicación en el proyecto.

OIga Rudneva, CEO de Superhumans Centre, con un paciente.
OIga Rudneva, CEO de Superhumans Centre, con un paciente.

Cuando conoció a fondo el centro, se quedó sorprendido. “Sabía que recibía financiación, pero no que fuera tan impactante. Han construido un edificio entero, están construyendo otro al lado. Ayudan a gente que ha perdido brazos, piernas…”, señala. Veiga asegura que la vida en la parte oeste del país, donde reside él, “es relativamente segura”. Sí admite que “tenemos alertas aéreas a diario, pero ahora el principal riesgo son los drones suicidas iranís que utilizan los rusos y los misiles balísticos”. Su reto ahora es hacer más visible el centro, lograr recaudación para construir un nuevo laboratorio.

Manuel Veiga, durante un curso de apoyo vital básico, en el que aprende a hacer torniquetes.
Manuel Veiga, durante un curso de apoyo vital básico, en el que aprende a hacer torniquetes.

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