Miles de personas se agolpan en las calles para participar en la tradicional procesión de las antorchas hasta la Catedral, donde el obispo de la diócesis, Leonardo Lemos Montanet, ofreció una eucaristía a medianoche
Miles de personas renovaron ayer por la noche su devoción por la Virgen de Fátima en la tradicional procesión de las antorchas, que recorrió desde las 22.45 horas varias calles de la ciudad para cerrar, como es habitual, la novena de este año. Los asistentes se agolpaban ya varios minutos antes de la salida de la figura de la Virgen en el santuario de O Couto, punto de salida de una procesión que recorrió las calles de Ervedelo, Progreso, Cruz Roja, Lamas Carvajal, Santa Eufemia y Juan de Austria y entró en la Catedral pasada la medianoche, donde el obispo, Leonardo Lemos, presidió la celebración eucarística.
El sonido de los transistores con los rezos -la procesión se retransmite por la radio- y la luz de las velas se han convertido en la seña de identidad de una manifestación religiosa clásica de la primavera ourensana, que demostró un año más que tiene una salud de hierro y que tiene garantizada la supervivencia durante mucho tiempo. Terminada la liturgia, la Virgen regresó al barrio de O Couto.
