La Panorama los puso de corbata

Algunos “éxitos” sí que nos asustan Llegó la Orquesta Panorama al barrio de O Couto como quien anuncia la buena nueva, con el estruendo de una bomba de palenque, con el peligro de los excesos y los riesgos de las avalanchas. Los congregados en el concierto acudieron en masa, porque vivimos momentos de gentío y multitudes. La atenuación de la morbilidad del covid empuja a la gente a moverse como ratones en una caja: todos a una, pero en diferente dirección. La vida tras la pandemia es una válvula de escape que tira con todos los estereotipos. La gasolina está a dos euros pero las carreteras están petadas, imposible comer o cenar en tal sitio sin reserva, los billetes de tren vuelan, los de Booking y Airbnb no dan hecho a reservas, se agotan las entradas de los espectáculos deportivos y las web de venta de localidades para conciertos han ampliado su capacidad, desbordadas. La Panorama recibió en O Couto el cariño del público, ávido de reggaeton y decibelios, necesitado de apretones y fluidos corporales. Miles de personas enfilaron las calles aledañas a la rúa Dali como quien va al reparto de los panes y los peces. Pero aquello acojonó hasta a los de la orquesta, que tuvieron que parar y pedir que no entrase más gente. La actuación desveló una vez más lo inútil que es tener un Concello, incapaz hasta de organizar lo previsible. Las conjunciones astrales permitieron que el concierto no se convirtiese en una tragedia de proporciones bíblicas. Solo faltaba para cerrar el círculo que Jácome se reivindicase una vez más como profeta y lo hizo para recordarnos a Ignatius J. Reylly en La Conjura de los Necios: “La naturaleza hace a veces un tonto; pero un fanfarrón siempre es obra del hombre”. Tildó el alcalde de “éxito” el concierto de los riesgos y la descoordinación en materia de seguridad. Con la racionalidad de los chimpaos, el regidor comparó la actuación de la orquesta con el concierto de Woodstock. Aquel acontecimiento fue un canto a la cultura hippy y al pacifismo que acabó con los activistas poniéndose corbata y dominando Wall Street décadas después. Jácome nunca encajaría en aquel movimiento, que tenía perfectamente identificados a los outsiders y oportunistas. El regidor, como mucho, sería un buen socio de Ignatius J. Reylly: “Sólo me relaciono con mis iguales, y como no tengo iguales, no me relaciono con nadie”. Para ornitólogos y los entomólogos Pero el mejor socio del actual alcalde sigue siendo el PP, el de la altísima responsabilidad institucional, el del compromiso con la ciudad para ser el cooperador necesario en la ceremonia de la destrucción. La historia cincelará en su momento las conspicuas personalidades de los ediles populares que ayudan a perpetrar la desfeita. Creen que irán a los libros como atlantes, pero quedarán para estudio de ornitólogos por llevar sobre su lomo al pájaro picabueyes. En eso se ha quedado el statu quo municipal, en una especie de ave africana que viaja sobre rinocerontes e hipopótamos y que comen los insectos que se adhieren a su piel. El PP porta con resignación al picabueyes y lo llevará hasta las elecciones municipales del año que viene porque sabe que el actual mandato queda ya para el estudio de los entomólogos. Los populares tuvieron en días pasados un ataque de dignidad y rechazaron reunirse con el PSOE para ver si era factible un cambio de gobierno en la ciudad. Rebuscaron en el argumentario de las disculpas y encontraron alguna. Entre ellas, que siempre es mejor portar sobre el lomo un picabueyes que quedar a merced de los buitres. El primero se alimenta de parásitos y el ave rapaz espera la muerte de las víctimas para alimentarse. Ambos pevén darse un festín en las municipales del año que viene. A cuenta del PP, claro. Nombres que ganan al tiempo Vinieron las Karinas cuando la cantante estaba en lo alto y los Kevin cuando a Costner le quería la cámara. Ahora, como contaba el periódico, los José y María pierden terreno frente a Gael y Sofía. Hay un cambio de tendencia. Ya no tiran los nombres de cantantes o deportistas. Tampoco políticos. Entren en la página del INE y vean los bautizados como Manuel (Baltar), Alberto (Núñez), Pedro (Sánchez) y Gonzalo (Pérez Jácome). Uno gana de calle a los otros. Al poner la lupa: el coste de la vida sube en la muerte El coste de la vida se dispara hasta en la muerte, aunque sea un sarcasmo. Los funerarios, estos días por la feria Funergal de Expourense, se quejaban de que la inflación sube el precio del óbito un 20%, lo que representa un auténtico quebradero de cabeza para el que se hace cargo del entierro porque el que fallece bastante tiene con lo suyo. Algo bueno tiene ser gallego porque es muy nuestro dejar arreglado también el tránsito. En mi pueblo había quien pagaba en vida la Hermandad, una entidad parroquial de difícil definición que atesoraba calderillas durante años y garantizaban funeral con varios curas. Alguno hacía gorgoritos cantando los responsos, según fuese la soldada. En Ourense siempre se ahorró para un médico, para meterle un pleito al vecino que movió el marco en la leira y para no dejar penurias cuando la parca timbre a la puerta. Una sociedad así, que tras comprar el piso, lo siguiente que hace es adquirir el panteón es una sociedad previsora. Vade retro. El portafotos Juan Carlos de Borbón, también Juan Carlos I, y Rey Emérito últimamente, pasa el fin de semana por Sanxenxo, cerca del mar, entre competiciones de regatas y francachelas con los amigos. Ha logrado concitar en solo una semana todos los resquemores y los afectos que semejante personaje despierta. Los periodistas, que entramos a la primera al trapo, han poblado la villa pontevedresa antes, durante y después de la visita real, no sé si regia. Más de 200 periodistas acreditados, debates sesudos sobre si viajaba a Sanxenxo o lo hacía a Sanjenjo y el alcalde, Telmo Martín, multiplicándose en todos los medios promocionando de paso el pueblo. Ya puede darle el regidor al Borbón las llaves de la ciudad o las de un apartamento frente a la playa de Silgar por la publicidad gratuita que hace por todo el orbe. Los inmobiliarios quieren hacerle agente honorífico por lo que está ayudando al sector. Y, ya de paso, Juan Carlos I está muy comprometido con los multipropietarios ourensanos. Sus apartamentos allí se revalorizan con semejante despiporre propagandístico. A fin de cuentas son los ourensanos de los que más apartamentos tienen allí. Ninguno se hará republicano de esta. Seguro. El rey, en Sanxenxo. EFE