El poder de la amistad

photo_camera Así fue la actuación de Yosi Domínguez (Los Suaves) en el Crazy Drummers Day
Yosi volvió a subirse a un escenario en Toledo para cantar con sus amigos Carlos Escobedo, Kutxi Romero y Fortu Sánchez, entre otros.

Amistad: Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. La definición de la Real Academia Española (RAE) alberga la respuesta a la presencia de Yosi en el “Crazy Drummer’s Day – La Batalla de los 300”, la noche del sábado en la localidad toledana de Quintanar de la Orden. Porque si en la última gira con la que Marea visitó Ourense fue su amigo Kutxi Romero quien propició que volviera a pisar un escenario, ahora fue Carlos Escobedo quien le hizo la invitación. Nobleza de amigos obliga. Y más aún cuando junto a Escobedo y Kutxi iba a estar también cantando su más que amigo, “hermano”, tal como se autodefine Fortu Sánchez. Pero tamaño desafío le esperaba a Yosi. Claro que, si volvemos a la definición de la RAE, cuando se está entre amigos…

La aventura empezó a pleno sol y a unos sofocantes 45 grados castellanos, con 300 artistas dispuestos a llevar a cabo el concierto de rock más multitudinario en la historia de España, al tocar en simultáneo y en directo 100 baterías, 90 guitarras, 70 cantantes y 40 bajistas. Óscar Martínez (cocreador del Crazy Drummer’s Day y responsable de la Escuela de Música Moderna La Cochera C.A.M.) en batería, Ix Valieri (Ángeles del Infierno, 037) en guitarra, Jorge Salán (Jeff Scott Soto, Joe Lynn Turner, Avalanch) también en guitarra y Rafa J. Vegas (Rosendo) en bajo estuvieron arriba del escenario, a cargo de instrumentos cuyo sonido se multiplicaba frente a sí en una fastuosa comunión.

Yosi, junto a Fortu, de Obús, y el resto de participantes en el festival (CRAZY DRUMMER`S DAY-LA BATALLA DE LOS 300).
Yosi, junto a Fortu, de Obús, y el resto de participantes en el festival (CRAZY DRUMMER`S DAY-LA BATALLA DE LOS 300).

“Este es el festival para músicos más bestia de toda España”, se auguraba desde la organización. Y lo fue. Como también fue emocionante ver por ejemplo a un músico que peina canas como Yosi actuar al lado de púberes y adolescentes que no solo se aprendieron las partituras musicales a la perfección, sino que fueron los más exigentes con ellos mismos y con el resto. Hacía muchos meses que se venía planificando algo tan grande, incluso pospuesto por la pandemia, y había que hacerlo más que bien. Y para alentar y ser testigos de tamaña proeza también se convocó a un público que -valga decir, con entrada gratuita-, llegó desde sitios muy dispares de la geografía española. Claro que todos con el mismo entusiasmo y el mismo deseo: disfrutar de un acontecimiento de rock extraordinario, en el real sentido del término.

Si ya con el ensayo de la tarde quedaron todos satisfechos, porque fue un concierto en toda regla, por la noche supo a gloria. Porque se cumplió el cometido. “Loco” y “Náufrago” (Sôber), “La luna me sabe a poco” y “Que se joda el viento” (Marea), “Dinero, dinero” y “Vamos muy bien” (Obús) fueron las primeras canciones que sonaron ya bajo las estrellas y dejando atrás el incendiario sol castellano. Antes del final conjunto con “Maneras de vivir” (Leño), llegó el turno de Yosi con su “Dolores se llamaba Lola”. Y será por eso de que “una canción no es canción hasta que la canta el pueblo”, el ourensano fue arropado por la multitud. En lugar de 70 cantantes parecía oírse a 70 mil. Hasta se vio en las primeras filas, cual enloquecidos quinceañeros, a Kutxi y Escobedo, entre banderas con la imagen del ya legendario gato negro, votando y vociferando como si no hubiera un mañana. Pero sí que habrá un mañana. Y habrá más escenarios para Yosi, porque hay amigos. 

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