La anexión de Ponte Canedo a Ourense, que cumple siete décadas este mes, se asume como positiva pero nadie tiene intención de reeditarla otra vez

Los políticos cambian la fusión de concellos por la unión de servicios

Cartel indicador de la 'delegación' del Concello de Ourense en A Ponte. (Foto: JOSÉ PAZ)
El 70 aniversario este mes de la fusión de los concellos de Ponte-Canedo y Ourense (más bien la obligada anexión del primero al segundo), llega en un momento en que la reforma local del Gobierno levanta ampollas entre los alcaldes, especialmente de municipios menores de 20.000 habitantes, temerosos de perder autonomía, no a golpe de fusiones impuestas -una opción ya casi descartada en general- sino de pérdida de competencias para prestar servicios, todo ello en beneficio de las diputaciones, las más favorecidas en el llamado proyecto de ley de la sostenibilidad local.
La ciudad tiene, evidentemente, más de 20.000 habitantes y ya vivió, hace 70 años, el proceso de fusión, no sin conflictos, con Canedo, aquel pujante municipio de la margen derecha del Miño que despertó los celos de la élite de Ourense porque su poderoso sector económico especializado, sobre todo en la alimentación, amenazaba la preponderancia de la ya entonces capital de provincia. Un vecino cualificado del ahora barrio de A Ponte, Manuel Domínguez Quiroga, que recopiló la historia del antiguo municipio en su página web (canedo.ou), concluye, sin embargo, que la unión fue positiva, aunque no se entendiera entonces. Se ganó en calidad de vida, a costa, eso sí, de perder autonomía; ahora la vuelta atrás en inviable pero 'nos debe quedar el recuerdo y el espíritu de que Canedo existe y es un territorio específico en nuestro recuerdo'. Y queda, porque todavía se instaló, no hace muchos años, una oficina municipal donde los pontinos pueden efectuar sus trámites sin acudir a 'Ourense'. 'Y se usa', asegura Domínguez.

También siete décadas después, los políticos que la representan tienen claro que, desde la perspectiva actual, la fusión era no sólo lógica, sino irremediable; incluso la edil socialista de Urbanismo, Aurea Soto, cree que, a la larga, la unión de Ourense y Barbadás correrá la misma suerte, por mucho que ahora nadie quiera ni oír hablar del asunto.

La concejala pone el acento en la unión de los servicios, las infraestructuras y el urbanismo de territorios colindantes porque 'de otro modo nunca seremos competitivos'. Sea mediante fusión o no, según se acuerde.También el portavoz del PP Rosendo Fernández, residente durante años en A Ponte, apoya la unificación, pero de servicios, no de territorios, que no deben perder su identidad, piensa. La fusión de Canedo en Ourense está social y económicamente asumida, dice, pero él prefiere fusiones de 'facto', de prestaciones, no de concellos, porque con ello no se logra acabar con los problemas de la dispersión. El portavoz del BNG, Xosé Somoza, defiende los servicios comunes de concellos sin recursos, pero no a costa de fusiones impuestas, aunque haya sido lógica la de Ourense y Canedo. Desde luego, lo que no entiende es que instituciones del siglo XIX como la Diputación lideren la reforma local del siglo XXI.

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