Preocupación ante las fincas abandonadas de Rabo de Galo

Los vecinos del barrio se ven obligados a eliminar por su cuenta la maleza procedente de terrenos sin limpiar, ya que crece sin control e invade sus propiedades y el espacio público

María Jesús Rodríguez, vecina de Rabo de Galo, se ve obligada a cortar semana tras semana la hierba de su vecino, un gran propietario emigrado y fallecido a cuya finca abandonada acuden jabalíes y culebras. Estas últimas atraviesan la verja y sorprenden a sus nietos. “No es por vicio: si no cortamos las ‘silvas’, nos invaden”, explica Rodríguez, que intenta ponerse en contacto con la secretaria del antiguo dueño, pero no responde a sus llamadas. “Creo que está de vacaciones, volveré a probar”, lamenta. 

El abandono de las fincas privadas también afecta a los caminos e incluso a la estrecha carretera que da acceso al barrio: “Como el Concello no actúa, tenemos que pagar su limpieza desde la asociación de vecinos, con las cuotas de los socios. Porque la maleza ya desborda las fincas e invade el espacio público. Y ese dinero queda perdido, porque no puedes justificar la actuación”, explica Lorinda Fernández, presidenta de la Agrupación Vecinal Miño. “Rabo de Galo está en estado tercermundista, con peligro de incendio y de culebras. Estamos hartos de mandar escritos al Concello”, reconoce. La situación resulta complicada de gestionar: parte de los propietarios son promotores que fueron a quiebra.

Lorinda Fernández, ante una de las fincas aún sin limpiar.

Lorinda Fernández, ante una de las fincas aún sin limpiar. (Miguel García)

La vivienda de Rosa Toro también colinda con un terreno abandonado, en este caso perteneciente a un banco, según explica su hijo. Las cuidadas uvas de la finca, que recogerán el próximo mes, contrastan con el abandono del terreno con el que tienen que convivir. “E, se hai un lume, os bombeiros non teñen por onde entrar”, añade María González, también directiva de la asociación vecinal de Rabo de Galo. González recuerda con nitidez esta imagen: “Hace dos años, sacaron de su casa en llamas a una vecina que llevaba en brazos un pequeño bolsito, con el poco dinero que había podido recuperar, y a su perrito. Es muy duro”.

OBRAS

En cuanto a la intervención en las rúas Carballo y Salto do Can, “con una red de tuberías obsoleta”, explica Fernández, lleva pendientes desde 2014. “Hace unos meses se hundió la rúa Carballo, formándose un boquete enorme, y un coche se quedó con una rueda colgando”, recuerda. Este mismo mes se desbloqueó la obra (estaba paralizada debido a la falta de presupuestos), pero aún no se conoce su fecha de inicio, ya que se encuentra en proceso de adjudicación. 

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