REPORTJAE

De profesión: profesionales

La crisis sanitaria ha puesto en valor a trabajadores esenciales, vinculados a diferentes sectores y que adaptándose a las circunstancias han sabido lidiar con las dificultades para ayudar al resto de ciudadanos durante este largo confinamiento

Siempre han estado al pie del cañón. Ni siquiera la crisis sanitaria se lo ha impedido. El Día del Trabajador fue un buen momento para recordarlo. Se han adaptado, reinventado incluso, pero sin faltar a su trabajo. Son los esenciales dentro de los esenciales. Unos cuidan al resto y otros ofrecen bienes y servicios indispensables, más en una situación que atacó directamente al día a día de la sociedad. Quizá su labor sea citada cuando a un niño se le pregunta en el colegio "¿qué te gustaría ser de mayor?" Pero se han reivindicado. Trabajando en silencio y sin reclamar atención. Cajeras de supermercado, limpiadores, repartidores... Son ejemplos profesionales. En todas las acepciones de la palabra.

"Nunca vivimos nada igual, no tiene comparación con nada de lo anterior. Me acuerdo del inicio de la crisis. Nos pilló por sorpresa. Lo que vivimos no tenía que ver con lo que nos estaban contando. Actuamos como un equipo, unimos fuerzas y tiramos para delante", recuerda Nazaret Doval, trabajadora del supermercado Aquí.

Por sus manos han pasado compras de todo tipo, presenciales o de reparto a domicilio. Horas de trabajo aprendiendo lo que era la crisis sobre la marcha y evitando pensar en los posibles riesgos que corría. "Al principio flaqueaban un poco las fuerzas porque la cabeza tiene que estar fría. Es algo sobre lo que no teníamos información. Nos pusieron los medios, nosotras ponemos las ganas y el trabajo sale todos los días", destaca.

Doval sabe de primera mano, gracias al contacto cara a cara (con protecciones de por medio) que los clientes lo agradecen."Nuestra labor está muy bien reconocida. Por los clientes, por los jefes, por nuestros compañeros, por las familias... al final se valora lo que estamos haciendo. Es simple y se ve, se nota", apunta.

Al otro lado de la puerta

No trabaja cara al público, pero cumple con una función vital para que los ciudadanos salgan de sus casas tranquilos. Estela García pone de su parte en la protección de algo tan importante como los hogares o centros de trabajo. Se encarga de su limpieza. Siempre. También en época de virus. En una etapa de mucha vida entre cuatro paredes, su función es que, cuando se salga a la calle, el peligro no esté esperando al otro lado de la puerta. 

"Al final estoy acostumbrada a trabajar en la limpieza de zonas comunes. Claro, en esta situación hubo que apretar más, tanto mi seguridad como la limpieza y desinfección. Todo se valora. Cuando los vecinos o empleados se cruzan contigo, pues sí notas ese agradecimiento. Es como que antes hacías un trabajo por limpieza y ahora lo haces por salud. Es un matiz diferente", valora García.

Bloques de hasta siete pisos con tres letras diferentes. La cuenta es clara, muchos vecinos, que salen y entran y una necesidad de limpieza que gana importancia. "Tienes que prestar más atención. Sabes quien vive en las casas, sabes que hay gente mayor que puede salir a los recados, apoyarse en un pasamanos, tocar el buzón... No sé como me sentiría si hubiera un contagio porque yo bajase la guardia, ni me lo imagino", reflexiona.

De limpieza sabe también lo suyo Beni Pérez. En este caso, al aire libre, de las calles, las marquesinas, los contenedores... Elementos de riesgo de los que se encarga junto a sus compañeros.

"Llevar se lleva bien aquí en el servicio de limpieza. Me acuerdo que el primer fin de semana de estado de alarma no me tocó trabajar. Pero cuando llegué el lunes ya vi todo cambiando con hipocloritos, desinfectantes, protecciones... Nos pilló a todos a contrapié. En el trabajo no tuvimos ningún contagio. Hubo un amago de un compañero, pero nada, fue solo una gripe normal. Aunque el susto lo llevamos, claro".

Pérez siente que su trabajo ha ganado una pátina de respeto extra, pero avisa a navegantes. "Sí, la gente reconoce nuestra labor. Aunque echo en falta que alguna se tome más en serio esta situación, que es muy seria".

Servicio en movimiento

En un clima de cuarentena que va abriendo la mano a la libertad, el reparto a domicilio es otro de los sectores que se ha vuelto imprescindible. Por ejemplo, de alimentos. La moto de Eduardo Osuna ha sumado varios centenares de kilómetros desde el pasado 15 de marzo. "Tocó adaptarse. Intentamos no entrar tanto en los portales para evitar contaminar o ser contaminados, buscando el bienestar de los vecinos. Y también hay personas que se han adaptado bien y bajan a buscar sus pedidos al portal. Siempre hemos estado activos y notando el agradecimiento de las personas. Han estado muy receptiva con nosotros", confirma.

Con la experiencia que le da el contacto social, Osuna lanza un mensaje de optimismo. "Yo intento llevar esta situación con humor, que es la vitamina de la vida. Y a la gente la noto cada vez mejor. Al principio de esto la sentía con temor y preocupación. Pero la cosa va evolucionando y se va ganando en confianza. Es un cambio que he notado. Se les olvida un poco la situación y quieren volver a la vida normal".

Quizá alguna vez haya coincidido con Carlos Álvarez, aunque cuando uno se levanta el otro se acuesta. Carlos lleva más de dos décadas repartiendo el diario La Región. Empieza cuando el día aún no es día, para llevar a los ciudadanos las noticias tan necesarias en estos momentos."Xente xa non cruzo normalmente, pero agora menos aínda. Moitas veces, se non fora pola xente e esos detalles de agradecemento, pensas 'para quen traballo?' porque non ves a ninguén. Realmente ves que merece a pena porque o cliente o agradece de verdade aínda que non o vexas. Sabes que detrás da porta hai xente e hai un suscriptor ao que lle cumples un servicio", resume.

Ponen voz a compañeros y a trabajadores de otros sectores. Cuidadores del resto, aunque a veces no se repare en ellos. Alguno quizá respiró el Día del Trabajador. Pero hoy volverán a la carga.

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