Nueve horas bajo la lluvia constante y a contracorriente. Así fue el día de Navidad para los dos miembros del Grupo de Rescate Especial e Intervención en Montaña de la Guardia Civil (Greim), con base en Pobra de Trives, que acudieron a sacar de las aguas del Lérez los siete cuerpos sin vida de los ocupantes del Monbus Lugo-Vigo.
El jefe de la Unidad, Fernando Posada, relata que fue un rescate arduo, para el que tuvieron que poner especial empeño en la sujeción de los agentes por las duras condiciones meteorológicas: “Acudimos junto al Geas -Grupo Especial de Actividades Subacuáticas-. Nosotros nos encargamos de montar cuerdas para bajar a los márgenes del río con seguridad. Después las atamos a los árboles para que los Geas se pudiesen desplazar con seguridad. Había mucha corriente”, relató.
Cuando este equipo se desplazó al lugar, los dos supervivientes ya habían sido trasladados por los bomberos de Pontevedra. Siete personas permanecían desaparecidas. “Nos encontramos con que dentro del bus solo había un cuerpo, el resto habían salido despedidos durante la caída o una vez que el vehículo se llenó de agua”, indica Posada.
Posada recuerda que lo más aparatoso de la operación fue trasladar a las personas: “Teníamos que acomodarlas en una red para poder transportarlos. La idea inicial era en helicóptero, pero se averió y sacamos a algunos en camilla monte a través”.
Durante toda la mañana realizaron batidas a ambos lados del caudal. La mayoría de los cadáveres fueron hallados en los márgenes, o bien sumergidos o bien enganchados en árboles. Estos agentes abarcaron un kilómetro y medio. Fue la distancia máxima a la que el curso del río desplazó a los fallecidos.
